Páginas

sábado, 16 de noviembre de 2024

Creer en Dios es solo para adultos

 Lo grande (F) es lo paralelo, la orbita.

Lo pequeño (C) es lo cruzado, el centro.

Lo grande es lo pequeño mas lo grande. 

Lo pequeño es solo lo pequeño.

Lo grande es la orbita mas lo cruzado.

Lo pequeño es solo lo cruzado.

Lo grande es el cuerpo humano en relación con el exterior, con los demás seres, con el macrocosmos.

Lo pequeño es el interior del cuerpo humano, la relación entre los microorganismos que lo componen, el microcosmos.

En la síntesis  lo grande es la relación del ser humano con su prójimo, lo cual se presenta en paralelo y en la vertical , y lo pequeño es la relación entre los dos hemisferios cerebrales, lo cual se peesenta en cruzado.

De lo cual se deduce que si la relación con el prójimo no es buena entonces la relación entre los dos hemisferios cerebrales tampoco es buena.

Para que el ser adulto pueda tener una buena relación con el prójimo debe de aceptarlo, seguir el propio determinismo y creer en Dios.

Aunque no lo debe de hacer cómo una imposición sino cómo un verdadero deseo propio que nace en su interior y en el interior de todo ser adulto.

En lo grande, es decir en lo colectivo, en relación con los grandes espacios del universo, la vertical representa a lo grande, al universo y la conexión con este, y la horizontal representa a lo pequeño, al suelo de la Tierra, de un solo planeta, ante la inmensidad de planetas y astros que componen el universo.

En lo pequeño, es decir en lo individual, en la relación del individuo con los demás individuos y elementos animados e inanimados de su entorno el ser humano, su cuerpo físico, es la vertical y su entorno, el suelo que pisa, es la horizontal.

Es decir que:

En lo grande la vertical es el exterior y la horizontal es el interior.

En lo pequeño la vertical es el interior y la horizontal es el exterior.

En lo grande se refleja lo pequeño y en lo pequeño se refleja lo grande.

Lo grande es lo paralelo, la órbita, el infinito relativo. 

Lo pequeño es lo cruzado, el centro de la orbita, el cero relativo.

Lo grande es la órbita y lo pequeño es la órbita doblada en ocho.

En lo cual también se puede observar que lo grande, la órbita, refleja a lo pequeño pues es solo una órbita, una unidad, y el 1 es un atributo de lo pequeño.

Lo pequeño, lo cruzado, refleja a lo grande, pues al ser una órbita doblada en ocho presenta dos bucles, y el 2 es un atributo de lo grande.

Para que un individuo adulto pueda tener salud  y armonía entre sus dos hemisferios cerebrales y entre los demás componentes del interior de su cuerpo debe de tener armonía con el prójimo y demás componentes de su mundo externo.

Para tener armonía en el exterior es fundamental seguir el propio determinismo, aceptar al prójimo y creer en Dios.

Para un individuo perteneciente a los pasados tiempos infantiles de la humanidad es diferente, pues él igual que un niño aún no esta formado para poder recibir su alimento vital a través del intercambio con los demás seres y lo recibe solo de la única fuente que es su tutor o buen jerarca de presencia física, es decir que aún no está preparado para creer en Dios y aceptar al prójimo, lo estará cuando esté formado y sea un ser adulto, y entonces deberá de creer en Dios y aceptar al prójimo, pues ese será su único medio de subsistencia que le aportará el alimento vital que cuando era niño recibía única y exclusivamente de su tutor pero que al crecer y llegar a ser adulto recibe únicamente del intercambio de frutos con los demás seres adultos pues el pasado tutor físico de la infancia ya no está presente.

El niño imita a su ídolo cómo por ejemplo lo pueda ser Supermán.

Para él Supermán es Dios mismo en la Tierra, lo es todo.

Aunque en el fondo hay algo en el niño que le dice que su ídolo no es el verdadero Dios sino una faceta del verdadero Dios que él está aprendiendo a conocer durante su periodo infantil de formación.

Algo en su interior lo sabe, y le impulsa a seguir a ese ídolo,, para que eso le lleve a formarse y a conocer al verdadero Dios en el futuro.

Por eso el niño continua imitando a Supermán cómo su ídolo, pues en en el fondo siente que eso le conducirá hasta el verdadero Dios, el verdadero tesoro, que algo en él le dice que alcanzará al llegar a ser adulto.

Por eso el niño que se asoma al balcón de su casa con el disfraz de Supermán no salta al vacío para volar tal cómo su ídolo hace en sus hazañas, pues en el fondo aunque le imite sin embargo sabe que él no es ese personaje que adora y que imitarle es tan solo un juego, pero a su vez se ve forzado a seguir jugando a ser él pues eso es lo único que le llevará a conocer al verdadero Supermán, es decir, al verdadero Dios.

Por eso un niño no puede creer en Dios, aún no está formado para ello.

Por eso el niño cree solo en su idolo, en Supermán.

Pero en el fondo el niño sabe que su ídolo no es su Dios sino un medio que le conducirá a conocer al verdadero Dios.

Por eso el niño admira a su ídolo, se permite imitarle y ponerse su disfraz con el cual el niño juega a ser su idolo, y siente  que él mismo es Supermán.

El niño de algun modo se siente con el derecho de imitarle, pues en el fondo sabe que tanto él como su ídolo no son el verdadero Dios, y que ambos persiguen al mismo  Dios, es decir que Supermán y él son una especie de amigos, compañeros de juego y a su vez colegas.

Aunque en el fervor de su juego el niño puede llegar a identificarse realmente con su ídolo y a sentir que él mismo es su ídolo, es Dios, aunque en el fondo sepa que no lo es, pero la pasión en su juego le hace sentir que sí en ese momento, que él es él mismo Supermán, y que en realidad debe de seguir sintiéndolo asi para poder alcanzar algún día a ese verdadero Dios que para el su ídolo representa.

Por eso a los niños hay que darles una especial atención y acompañarles en todo ese proceso de formación que para ellos es intenso, para que así todo llegue a buen término y el niño se transforme en un ser adulto.

Pues el niño en su proceso de formación puede llegar a identificarse realmente con su ídolo, con Dios, y sentir realmente que él es Supermán, que él es Dios.

El niño necesita seguir identificandose con su ídolo para poder absorber sus virtudes, en este caso las virtudes de Supermán, cómo es la virtud del valor,  y así a través de esa asimilación de virtudes ir formando su personalidad adulta que estará completa al llegar a su emancipación como ser adulto.

El único modo que el niño tiene para poder absorber las virtudes de sus ídolos cómo lo pueda ser Supermán es imitándoles, aunque en el fondo el niño sabe que esos idolos no son Dios, pero que de momento sí que debe de idolatrarles e imitarles para poder  absorber  sus virtudes y así poder formar su personalidad adulta.

Por eso ese proceso de formación en un niño es intenso y le puede resultar difícil sobre todo en momentos de debilidad por lo cual debe de estar continuamente atendido y asistido por un adulto ya que cuando se encuentre más débil le será difícil discernir entre la realidad y la ficción, pues necesita de la ficción, de los cuentos,  de las leyendas, y de los personajes de fantasía que le sirvan cómo ejemplo, cómo lo es  Supermán, para imitarles y así absorber sus virtudes y formar su personalidad.  Por lo cual el niño necesita seguir imitando a esos ídolos de la fantasía, aún sin serlos, aún sabiendo en el fondo que esos idolos no son el Dios verdadero,  pero que debe de seguir imitandolos.  En fin, se trata de una posición difícil que no tiene salida propia si no es dirigida por un adulto.

Un niño imita la profesión de su padre carnal, se imagina ser un carpintero aunque no lo es, y juega a serlo.

El aparentar ser sin serlo es presunción.

Por eso la presunción es una faceta de la formación del niño.

Aunque no es una presunción negativa o arrogante sino simplemente  positiva y graciosa que el niño necesita tener para poder absorber las virtudes de los ídolos que imita y así formar su personalidad adulta.

Es decir que el niño se ve forzado a ser presumido para asi poder aprender.

Pues cuando el padre lleva a su hijo a su carpintería para que haga la función de aprendiz y así aprender el oficio el niño debe trabajar la madera tal como su padre le dice que debe de hacerlo, pero en realidad aún no sabe hacerlo y sin embargo debe de llenarse del valor suficiente para poder intentar hacer algo que aún no sabe, es decir que se ve forzado a aparentar ser lo que aún no es cómo único medio para poder aprender a ser, es decir para poder aprender a ser un carpintero, en este caso.

El niño en este curioso y a su vez intenso proceso de su formación a veces puede sentirse débil y entonces la identificación con sus ídolos puede ser demasiado intensa creandose situaciones en las que el niño puede llegar a creerse profundamente que él mismo es Supermán, que es Dios en persona.

Esa situación es peligrosa y debe de ser asistida por los adultos pues puede producir accidentes.

Por eso hay que comprender muy bien el proceso de formación de un niño y lo que este siente y porqué y para qué lo siente.

Para así poder atenuar en él esos momentos de intensidad que puede experimentar cuando se siente débil.

Pues el niño es su proceso de formación debe de sentir que él es um carpintero, que él es Supermán, que él es Dios. Pues eso es lo que le permite aprender, asimilar virtudes y formarse.

Aunque no debe de llegar a creerse demasiado esas cosas, sino que debe de conservar siempre ese fondo de consciencia de que él en realidad no es esos personajes sino que es solo un juego, y un proceso de aprendizaje.

Aún así el niño para poder seguir aprendiendo debe de continuar identificándose con esos personajes. Debe de seguir siendo Supermán, siendo el mejor carpintero, siendo el más bueno, el que mejor se porta, siendo Dios.

Por eso un niño aún no puede creer en Dios sino que siente que él mismo es Dios, es decir que es el Todo.

Al creer que él mismo es Dios eso le hace creer en su propio poder.

Es decir que cree tan solo en la energía ya que la energía es poder.

Cree solo en sus armas que considera como las más poderosas.

Al igual que cuando juega disfrazándose de pirata siente que su espada es realmente el arma más destructiva.

Cuando la formación del niño se completa y este llega a la emancipación transformandose en un ser adulto entonces se da cuenta de que él no es Dios, ni es el todo, sino que es una parte de Dios, una parte del todo, el cual está dividido en muchos seres adultos como él, con los cuales debe de vivir en igualdad para poder recibir el alimento vital que antes de niño recibía única y exclusivamente de su tutor y buen jerarca pero que al llegar a ser adulto recibe únicamente del intercambio de frutos con los demás seres adultos.

Entonces es cuando el ser adulto comprende que el ejercer su profesión como pueda ser la de carpintero no es ser Dios, aunque cuando era niño sí que necesitaba idolatrar a la figura del carpintero para poder aprender y llegar a ser un carpintero algún día.

El adulto también se da cuenta de que Dios ya no tiene una forma física sino que es un ser invisible y espiritual, un Dios invisible que habita en su propio interior, y que es la misma voz de su corazón, la cual sigue al seguir su propio determinismo, es decir al ser él mismo.

El adulto también se da cuenta de que ese Dios invisible que habita en su interior es a su vez el Creador de todo y el que conduce a todo hacia su realización final, y también se da cuenta de que la voluntad de Dios, es decir del Creador, es la de que todos sus seres creados, es decir todos los seres adultos y demás elementos de su creación animados e inanimados deben de vivir en armonía entre ellos para que así exista bienestar en todos por igual y asi el Creador pueda disfrutar de su obra.

Ante lo cual el ser adulto también se da cuenta de que para seguir la voluntad del Creador y para que se realice el propósito de su creación tan solo hay que seguir la voz del corazón, es decir el propio determinismo adulto, pues este ya conduce a creer en Dios y a aceptar al prójimo y a los demás seres de igual a igual.

El ser adulto ya comprende por sí mismo que creer en Dios es lo mismo que creer en la vida, en el destino, en la suerte, en el amor, en uno mismo, en los demás, en la paz, en la libertad, en la felicidad, en el universo, etc.

El adulto también comprende que el niño bajo la direccion de su tutor y buen jerarca necesita calmar sus esencias para poder tener paz, es decir calmar las inquietudes de su cuerpo, de su mente, de sus emociones y de su identidad, pues estás al no estar aún formadas le inquietan y necesita calmarlas para poder tener paz y permitirles crecer.

El adulto sin embargo ya tiene sus esencias formadas, su cuerpo, sus emociones, su mente y su identidad, y para poder tener paz debe de activarlas para trabajar con ellas en la construcción de la buena sociedad lo cual es el propósito de la creación.


Fernando Ortolá 



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Conclusiones y opiniones de los lectores: