Correr concediendo la integridad e igualdad a cada paso cansa menos.
Dando a cada paso todo el tiempo del mundo, la realización.
Cada paso es un ser íntegro, realizado, completo y vivirlo como tal, como un ser independiente, único, adulto, completo y realizado, y que además es un igual a los demás pasos, un hermano, un individuo íntegro y completo en sí mismo igual que los demás.
Correr así con igualdad no cansa.
Correr con jerarquía cansa.
Con la jerarquía de querer alcanzar una meta con un tiempo récord, de querer ser el campeón,
Pues desIguala los pasos, los llena de la vibración jerárquica, dando más valor a los pasos próximos a la meta.
La vibración jerárquica de un cartel del Che Guevara puesto sobre la acera me producía cansancio al pasar por su lado durante la carrera. O la de unos trabajadores estresados por cuyo lado pasé y que se apuraban para terminar a tiempo su trabajo. O la de un perrito antes de que su dueño detuviese su empeño tirando de su cadena pues venia hacia mi furioso queriéndome morder después de haber fracasado en su intento de atacar a un oca que se escapó ante sus bigotes caninos. O la de ese corredor que adelanta mientras mira apurado su reloj para comprobar si está cumpliendo con el tiempo estipulado, y que despedía un rancio olor de sudor estresado y enfermizo.
En mi carrera de 30 kilómetros fueron esos los únicos momentos en los que durante unos segundos sentí cansancio físico justo en los instantes en los que me aproximaba y alejaba de esos focos mencionados de vibración jerárquica. El resto de la carrera desde el principio hasta el final no experimente cansancio físico
También cansa la vibración jerárquica de las canciones pasionales que con aire de ser los mejores, los elegidos, los liberadores, persiguen una meta heroica que en realidad conduce a las fauces de la dictadura.
El padre, que es la buena jerarquía, da al hijo naranjas, peras y manzanas, etc, lo que necesite para la subsistencia de este.
El adulto ya no recibe esa fruta del padre, de la jerarquía, sino de los demás adultos, de quien cosecha peras o del que cosecha manzanas, y él les paga con el cultivo de por ejemplo sus naranjas.
Actualmente la humanidad está en los 13. 000 años de igualdad, y si no vive la igualdad y espera a que la pasada jerarquía le traiga la fruta, se quedará sin esta, a no ser que viva la igualdad la cual está internamente vigente hoy en las eras de la adultez e igualdad de la humanidad en las que estamos.
Esa realidad evolutiva de nuestra humanidad se hace patente en todas nuestras acciones pues en todas ellas la jerarquía produce cansancio y la igualdad no.
Todas esas vibraciones jerárquicas me hacían sentir cansancio físico en mi carrera el cual iba disminuyendo a medida de que con mis pasos me iba alejando de esa oscura vibración.
Había corrido ya varios kilómetros y sin cansancio, asombrado del resultado de la vibración igualitaria de conceder todo el tiempo del mundo, la integridad, la realización y la igualdad a cada paso, lo cual me hacía sentir que no importaba la meta, pues la meta es jerarquía, el sacrificio jerárquico por alcanzar algo sublime que supuestamente es mejor que todo lo demás.
La meta desaparecía de mi mente para dar paso al disfrute total y completo de cada paso, de cada momento, de cada instante, y el resultado de ello es que había corrido 30 kilómetros sin experimentar ni el más mínimo cansancio físico, salvo en esos pequeños instantes en los que me cruce con una vibración jerárquica.
La vibración igualitaria me ha llevado a conseguirlo, demostrándose así de nuevo que actualmente la vigencia interna de la humanidad ya no está en manos de la jerarquía sino de la igualdad, y por lo tanto esta es la fuente de energía y de vida y ya no la jerarquía.
Ya no el empeño de alcanzar una meta, de ser el mejor, etc. lo cual pertenece a la jerarquía del pasado periodo infantil de la humanidad, y que es el ánimo que hay que dar a un niño que hace bien lo que su tutor (la jerarquía) le ha dicho que por su bien debe de hacer y se lo hace ver con un: ¡Muy bien campeón! y eso es lo que le da vida al niño, la vibración de la buena jerarquía paterna, aprobando sus acciones, por su formación, para que algún día llegue a ser adulto.
Pero en la adultez todo cambia. La jerarquía ya no actúa bien y en vez de dar vida mata, pues produce dictadores, y produce cansancio, pérdida de energía y enfermedades.
Aún así en el periodo adulto en el que actualmente se encuentra la humanidad también existe un padre, pero es un padre invisible, el Padre universal, el Dios invisible que se halla por todo y en el corazón de todo ser viviente, ayudando a que los seres adultos realicen sus acciones de un modo favorable. El Dios invisible y siempre presente.
Mientras que en el pasado periodo infantil de la humanidad el padre era un guía físico, visible y de carne y hueso.
Actualmente el Dios invisible nos pide a través de los corazones de todos que vivamos la igualdad. entre todos.
El Dios invisible nos da señales para hacernos ver que vamos por buen camino.
Una muestra clara y sorprendente de ello es que ayer antes de salir a correr me propuse ir desde mi domicilio en Amsterdam hasta la playa de Zandvoort que está bastante alejada.
Sabía que la playa esta a unos 30 kilómetros o más y que entre ir y venir serían unos 60 y pico kilómetros que era demasiado para no tener que hacer el último tramo en el descenso de temperatura de la noche, lo cual no sería muy bueno por la poca ropa que llevaba por el calor del soleado día. Aún así salí con la posibilidad de llegar hasta Zandvoort. Me había puesto esa meta.
En un momento en el que con mi carrera atravesaba el centro más concurrido de la ciudad oigo que al lado de un niño hace ruido un objeto con el que tropieza al caminar ante un semáforo que cambia a verde. Me agacho a cogerlo y se lo doy al niño pensando que se le había caído del bolsillo. El me dice que no es suyo, así que me voy con el objeto en la mano y lo observe para ver de qué se trataba.
Era algo que se parecía a un reloj digital detenido, y a un lado ponía la palabra de Zandvoort que era la playa a la que me había propuesto ir.
He puesto la foto de este objeto al principio de esta entrada.
Es demasiada casualidad para ser casual.
A través de ello el Dios invisible me decía:
"Se que quieres ir a Zandvoort,... toma, aquí tienes un souvenir de Zandvoort, pero no es necesario que vayas pues no tendrás tiempo"
Ese aparato con apariencia de reloj parecía ser una especie de cronómetro para contar el paso del tiempo y la velocidad, lo típico para medir récords y alcanzar metas en un tiempo competitivo.
Es decir, la vibración jerárquica, con lo cual el Dios invisible me decía que mi meta que entonces me propuse de ir a Zandvoort procedía de una vibración jerárquica que me produciría malestar y cansancio, y que saliese de esa vibración oscura y disfrutaste de cada paso de mi carrera concediendo la igualdad a todos ellos, a todos los pasos, para que no hubiese cansancio físico y que Él ya se encargaría de hacerme llegar a los lugares apropiados.
Correr con jerarquía cansa y correr con igualdad no cansa.
Es tan evidente.
Con los pasos íntegros e iguales, el Ahí (El Dios invisible, el Padre Universal, la armonía, etc) nos lleva a la meta para seguir estando Ahí en ella.
Con los pasos desiguales somos nosotros quienes con nuestra jerarquía afuera de lugar queremos atrapar la luz, la meta, para ser más que otros, y entonces los pasos se hacen desiguales pues la jerarquía afuera de lugar hace así acto de presencia en nuestra carrera y nos cansamos y hace que el alcance de la meta nunca sea real, verdadero y positivo.
En las actuales eras de adultez de la humanidad se va despertando la telepatía en los seres humanos, la cual en sus comienzos nace en estado salvaje produciéndose un enfrentamiento mental primitivo entre unos y otros.
En ese estado salvaje de la mente nos encontramos ahora los seres humanos y debemos de trabajar para llegar a poder civilizar ese sector tan importante de nuestra vida futura que será el contacto telepático consciente entre todos.
Ante los ataques mentales no hay que retroceder demasiado renunciando a tu propia mente, pues eso es dejar de estar Ahí por adoptar una actitud masoquista y tampoco hay que atacar mentalmente igual que te atacan a ti primero pues eso es dejar de estar Ahí por sadismo.
Hay estar en el tira y afloja positivo, cuando te atacan ir cediendo pacíficamente con paciencia, pero no abandonar tu mente (y demás esencias) y cuando el ataque que te lanzan ya no ofrece tanta presión sobre ti intensificar entonces tu mente pacíficamente ante el agresor, para vencer la situación y obtener un beneficio para ambas partes por igual de un modo pacifico.
Pues estamos en las eras adultas de la humanidad en las que no hay que descansar las esencias como en las pasadas eras infantiles... sino activarlas.
Los Feses te ayudan a ello, pues hacen evidente la oscuridad mental que te acosa para que puedas tomar una distancia de ella.
Los Feses, el código celeste, la cenuitica... todo ello son herramientas de detección de oscuridad que el Padre universal (el Ahí... el Dios invisible) te ofrece para que te sepas defender de la oscuridad sin perder la paz, sin dejar de estar Ahí, por tu propio bien y el bien de los demás, sin dejar de cumplir la doctrina natural actual de las eras adultas de la humanidad, que es el Doki, la activación de las esencias del ser humano, que son la voluntad, la mente, el cuerpo, y las emociones, tras la consecución pacífica del equilibrio, formación y bienestar de nuestra sociedad para todos por igual.
La jerarquía quiere saber de quién has aprendido lo que sabes.
La igualdad quiere saber que es lo que tú has aprendido por ti mismo.
La jerarquía te pregunta de quién eres.
La igualdad te pregunta si eres libre.
La jerarquía te pregunta por tu amo.
La igualdad te pregunta por ti mismo.
No muy lejos de donde hallé el cronómetro de Zanvoort, a mas o menos un kilometro de distancia y dentro de la misma ciudad de Amsterdam encontré tirada en el suelo de la calzada la siguiente joya simbólica que muestro a continuación: