miércoles, 4 de septiembre de 2024
La paz impuesta es guerra y conpartida es paz
No se puede dar la paz si primero no se acepta la paz de la otra persona a quien luego se le da la propia paz.
No se puede dar la paz a todos y a todo si primero no se recibe la paz de todos y de todo.
No se puede hablar y emitir el sonido de nuestras palabras ante todos y ante todo si primero no se escucha a todos y a todo.
Para ser escuchado hay que escuchar, para ser querido hay que querer, para ser amado hay que amar. Etc.
Esto funciona así en los presentes tiempos adultos de la humanidad pues en los pasados tiempos infantiles era diferente.
En esos lejanos tiempos del pasado la paz era unidireccional al igual que lo era el amor, el alimento vital, la atención, el cuidado, la protección y todo lo demás, pues todo ello venía únicamente del padre, hacia el hijo y así se transmitía también en el pueblo, todo venía de un modo jerárquico transmitido externamente de unos a otros, de guías a guiados, de padres a hijos, de jefes a subordinados, de Reyes a súbditos etc.
El niño recibe la paz de su padre y al completar su formación adquiere su propia paz y se transforma en un ser adulto.
El adulto mantiene su paz compartiendo la paz con la paz de los demás y así creciendo juntos en la paz.
Haciendo la síntesis correspondiente se puede decir que para poder tener la paz:
El niño:
Debe de recibir la paz.
El adulto:
Debe de compartir la paz.
Los hechos que se producen en la humanidad actualmente indican de un modo evidente que nos encontramos en los tiempos adultos de la humanidad ya que la causa de las guerras es únicamente la propuesta de paz de unas naciones hacia las otras siendo ese deseo de transmitir la paz la única causa que les lleva a entablar la batalla contra aquellos a quienes se quiere imponer la propia paz, la cual se impone de un modo bélico dando como resultado que la paz perseguida se ha transformado en guerra.
La paz que se quiere transmitir es siempre buena pues siempre son buenos principios y buenas intenciones de quien vive en paz consigo mismo y se esfuerza en transmitir esa paz a los demás.
Eso en un principio no parece ser negativo, al contrario, es una acción positiva y de buenos sentimientos pues es el deseo de que los demás también estén en paz tal como uno mismo lo está.
En los pasados tiempos infantiles de la humanidad esa acción de transmitir la propia y maravillosa paz era genial y además necesaria, pues el niño aún no está formado y necesita recibir la paz del padre. Por eso en esos pasados tiempos de la humanidad era buena la jerarquía que transmitía la paz de unos a otros vía externa haciendo así que todos estuvieran en paz y se sintieran bien.
Pero en los presentes tiempos adultos de la humanidad todo eso es diferente, ha cambiado, pues el ser adulto ya es una estrella de luz propia, ya tiene la paz en él mismo, la misma maravillosa paz que todos los demás seres adultos tienen dentro de sí mismos, y cada ser adulto debe de vivir su propia libertad y determinismo siguiendo la propia paz de su propio corazón, y por eso cuando a un ser adulto se le impone una maravillosa paz de otra persona por muy maravillosa que sea la paz de esa persona que se quiere imponer siempre resultará negativa para el individuo a quien le quiere imponer esa maravillosa paz, porque por muy maravillosa que sea se transformara en negativa al ser impuesta pues va a hacer que el individuo a quién se le impone la paz pierda el contacto con su propia paz la cual también es maravillosa es decir que se le va a bloquear su propia paz, su propia libertad y propio determinismo de ser adulto que como tal también tiene derecho a tener.
Por eso:
En el niño:
La transmisión de la paz da la vida.
En el adulto:
La transmisión de la paz mata.
Si a un niño se le transmite la paz se le enciende la paz adentro de él y eso es bueno y necesario.
Si a un adulto se le transmite la paz se le apaga la paz que ya está dentro de él y eso no es bueno ni necesario.
Si a un niño se le transmite la paz se produce paz y si a un adulto se le transmite la paz se produce guerra.
Por eso en tiempos adultos no se debe de transmitir la paz sino compartir la paz para que así haya paz.
Pues si se transmite se transforma en guerra y si se comparte se mantiene la paz.
Para poder compartir la paz con la paz de los demás en primer lugar hay que aceptar la paz de los demás.
Por ejemplo diciendo lo siguiente:
"... Necesito de tu paz, a cambio la conparto con mi paz que tú tambien necesitas..."
Eso es lo correcto para poder funcionar bien en los tiempos adultos de la humanidad en los que nos hallamos en la actualidad.
Lo cual me lleva a decir lo siguiente:
Hermano, seas de la raza, color, tradición, cultura, ideología, creencia u origen que seas necesito de tu paz y te la comparto con la mía que tú también necesitas.
Un abrazo.
Fernando Ortolá
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