Estos dias pasados he ido a visitar algunos museos de Amsterdam y el último que he visto es el museo del diamante.
El carbono es la base de la vida, la pureza del carbono es el diamante, un símbolo de la pureza de la vida es el espiritu. Paradójico pero con un gran mensaje. Hay que estar Ahí. No querer atrapar el diamante, la chispa de la vida sino estar en la chispa de la vida, en el verdadero significado del diamante, estar Ahí.
Otros pensamientos iban fluyendo en mi mente de camino al museo y despues mientras contemplaba los diamantes. Era el lado espiritual que venia a contrastar con la materia que en ese momento se hallaba ante mi.
Hay gente que solo se dirige hacia quienes consideran más fuertes que ellos, hacia los más poderosos, ricos, diplomados y adinerados, a la vez que se despreocupan y desatienden a los más pobres, a los que son más débiles y tienen menos recursos económicos o sociales.
Este efecto de adoración hacia el fuerte y marginación hacia el más débil existe por todos los grupos de convivencia de nuestro mundo, hasta en las mismas familias, en las que se margina a los más débiles, se corta el contacto con ellos, dándoles el frio azote de la indiferencia, el abandono comunicativo y el tenebroso vacío de decirles continuamente con su gesto: ¡Apáñatelas como puedas!
Toda esa gente que muestra desinterés hacia los más debiles son gente de mentalidad primitiva e infantil, poco evolucionados y maduros en sus vidas, pues aún viven en la jerarquia de los niños en la cual se debe de atender solo al guia, al padre, al tutor, porque el niño aún no sabe ni puede valerse por si mismo.
Las antiguas creencias que presentan a un solo poder como la única y exclusiva salvación del mundo alimentan la tendencia que esa gente tiene de abandona a los más débiles.
Pues son creencias que llevan a sus seguidores a ir solo tras ese único gran líder al que se debe de seguir.
Pero actualmente la humanidad ya es adulta y ese gran líder que esas creencias presentan ya no está entre nosotros.
Al no estar entre nosotros la presencia física del único lider la gente que sigue esas creencias asocian inconscientemente el líder salvador, a los personas más poderosas, ricas y adineradas y siguen a estos con auténtica veneración e insistencia, como si se tratase de la salvación de ellos, es decir que los siguen con fanatismo, lo cual produce que al mismo tiempo que se adora a los más ricos se margine a los más pobres, a los más débiles, aunque estos se encuentren en las propias familias, lo cual es lo que sucede en la actualidad en las vidas cotidianas de todos, como la presencia oscura de una marginación social que paradójicamente está alimentada por esas primitivas y antiguas creencias que promueven a un solo líder como el único y exclusivo salvador de la humanidad.
Así que esas creencias usando la coartada perfecta de decir que hay que amar al prójimo producen en la gente todo lo contrario, que no amen a su projimo.
Diciendo a la gente que deben de ser hermanos e iguales a los demas producen en la gente todo lo contrario, que cada individuo se considere a si mismo el elegido superior a los demas, que todos se marginen mutuamente tratandose de inferiores los unos a los otros.
Pues actualmente nuestra humanidad ya no es una niña que necesita de la jerarquia paterna para poder sobrevivir sino de la igualdad que todo adulto necesita para poder vivir com paz y bienestar.
En las pasadas eras del Hen hacia falta la jerarquia y en las presentes eras del Hen hace falta la igualdad.
Por eso actualmente todas la formas de jerarquia se transforman en dictadura, oscuridad y problemas.
El mismo efecto de la interferencia de la jerarquia en el terreno de la igualdad produce el fenómeno que hace que tortuosamente se deba depender del que "sabe" del diplomado o pudiente.
Por ejemplo al oír la misa en latín sin enterarse de lo que dicen, tal como sucedia en el pasado
O ante el telediario del mediodía cuando hablan de política con un idioma tan técnico que nadie entiende.
Pero a quien escucha no le importa no entender ni papa porque se siente "salvado" cuando en realidad la jerarquia oscura que escucha es la que le está condenando a someterse a ella en vez de ser la supuesta "salvacion" que le promete lo cual es lo contrario de lo que hace.
Existe un Padre bueno cuyo espíritu puro como el diamante ha creado y conduce este mundo y a nosotros para que un día lleguemos a ser como Él.
Ese gran Padre diamante va trazando un camino que hace eses, una curva a la izquierda y otra a la derecha, pero que siempre conduce hacia Él.
Por ese camino ondulado nos va llevando hacia Él y a través de ese camino nos va enseñando a ser como Él.
Cuando dando una curva hacia la izquierda nos cogemos demasiado a la materia que nos da con el intento de a través de esta atraparle a Él entonces Él traza en nuestro camino una curva en sentido contrario hacia la derecha hacia el espíritu para que soltemos esa materia con la que habíamos interrumpido peligrosamente el contacto con Él y con su conducción de Él hacia nosotros poniendo así en peligro nuestras vidas que están alimentadas por Él.
Cuando estando ya en la curva de la derecha nos cogemos demasiado al espiritu que El nos da, transformándonos así en violentos seres impositores de nuestros principios y amenazando con ello nuestra vida y evolución y la de los demás... entonces Él en nuestro camino traza otra curva en sentido contrario, hacia la izquierda, dándonos de nuevo la materia en otra de sus formas para que así soltemos el espíritu con el que nos habíamos extremizado, y así sucesivamente, si nos volvemos extremizar en la curva de la materia hacia la izquierda nos vuelve a dar una nueva curva hacia la derecha y el espiritu, una y otra vez, una y otra curva, un paso y otro paso, nos va llevando por el camino ondulado, tras Él, tras el gran diamante de luz pura, para enseñarnos a ser como Él, espíritus puros que viven y actuan realmente en el amor, para alcanzar algún día el poder crear un universo como el suyo, que será nuestro hijo, al igual que nosotros somos hijos suyos.
UN CAMINO SERPENTEANTE DE LUZ
A nuestro paso por el camino de la serpiente de luz el Padre bueno va poniendo curvas para ir desapegandonos de las cosas que por haber querido apresarlas movidos por el error de intentar atrapar la luz del Padre bueno a través de estas y caído por ello en oscura desgracia el Padre bueno para salvarnos de esa situación traza la siguiente curva en sentido contrario para darnos en esta otras cosas para que nos desprendemos de las cosas en las cuales nos habíamos atorado en la anterior curva, y si en esas otras cosas que nos da en la nueva curva del camino y por la misma cuestión que antes nos volvemos a atorar entonces el Padre bueno en el camino de luz que dibuja para que vayamos hacia Él traza una nueva curva en sentido contrario para desprendernos de las anteriores cosas que en la anterior curva nos habíamos atorado, y así sucesivamente, si nos volvemos a atorar aparece una nueva curva que nos da cosas nuevas, y así va apareciendo ante nosotros el camino de luz que conduce al Padre bueno, el cual por su trayecto ondulado de luz nos va conduciendo hacia Él, manteniendo siempre nuestro espíritu limpio de todo desvío, para que algún día lleguemos a ser como Él.
No hay que ir tras la luz, pues el hecho de ir tras la luz es situarse en la oscuridad.
Hay que estar en la luz que siempre está ante nosotros, en el camino de luz que nos conduce al Padre bueno. Por eso no hay que ir hacia la luz sino hacia el Padre bueno. Es decir que nuestra meta o destino no es una cosa u objeto como lo es la luz para asi una vez alcanzado ese objeto (la luz... la luz del diamante) alcancemos una gran poder que nos lleve a ser el jefe de la humanidad, lo cual es un error que produce infelicidad ya que el único jefe y guia de presencia invisible y espiritual es el Padre bueno, el cual en el camino que nos conduce hacia Él quiere que seamos hermanos e iguales los unos con los otros, y al llegar a ser como Él y poder crear un universo de vida tal como el ha hecho con el nuestro... tambien seguiremos siendo seres iguales, hermanos e iguales a nuestro projimo, tal como nuestro Padre bueno tambien es un un hermano y un igual con su projimo, con sus semejantes con quienes convive en una sociedad igualitaria en la dimension superior a la nuestra en la que el Padre bueno vive y hacia la que nos conduce, hacia Él, a través del camino serpenteante de luz. En su mundo el Padre bueno vive en igualdad y hermandad con sus hermanos Padres buenos, con sus hermanos cabezas de diamante con ondulados cuerpos de luz.
El estar Ahí es seguir el camino de luz tras el Padre bueno tal como Él nos lleva, sin atorarnos en las curvas.
Estar Ahí es ser uno mismo, vivir de corazón, amar, estar en la armonía y la paz con uno mismo y con los demás, confiar en el Padre bueno, en la vida, en uno mismo, y en los demás.
LA METAMORFOSIS DE LA SERPIENTE DE LUZ
Cuando estas Ahi entonces las cosas, las esencias, los pensamientos, los cuadrados y demás formas del proyecto de la creacion, los mundos, astros y planetas que el Padre bueno va haciendo en su camino de luz, son estadios felices y realizados, que mantienen su pureza y luminosidad, son curvas suaves del camino que se comunican compaginan con otras curvas y planetas creados, con armonía y paz, y todo trascurre con paz y bienestar, hay contacto feliz entre todos los planetas y seres creados, las curvas del camino de luz del Creador son suaves y no dolorosas, podemos ir facilmente de un planeta a otro, de una curva a otra, de unas cosas a otras, con placer, sin dolor ni sufrientes distancias, sino con paz, amor y bienestar, no existe separación entre los mundos, planetas y seres, todos viven unidos en una piña de amor y felicidad eterna.
Pero cuando no estamos Ahí en el amor, la paz y la armonía entonces las curvas del camino ondulado de luz se transforman en hirientes esquinas, en dolorosas barreras de separación de nuestras metas y objetivos y de los demás. Antes al estar Ahí la linea ondulada del camino de luz se presentaba como una serpiente benéfica y luminosa cubierta de suaves plumas de luz que suavizaban cada curva de nuestro camino para que estas nos resultasen placenteras y benéficas, el ir un mundo creado a otro, y que todo transcurriese en armonía.
Pero después al dejar de estar Ahí esa serpiente emplumada y benéfica de cuerpo de luz y cabeza de diamante se transforma en una oscura serpiente destructiva, en la que sus curvas son esquinas frías y dolorosas que se clavan en el camino de nuestra vida que la serpiente representa y que nos producen dolor en un trayecto en el que se ha apagado su iluminación y de ha hecho peligroso, con curvas repentinas de ángulos rectos a menotes que hacen que en cada virage y apresurados por salir con susto de esa situación oscura nos salgamos del camino en una curva, abandonando asi la senda que antes era como una serpiente emplumada y benéfica que conducía al Padre bueno pero que después con nuestro no estar Ahí se ha transformado en una oscura serpiente en la que sus suaves plumas se han transformado en punzantes clavos, sus rayos de luz en puntas hirientes que nos producen dolor en un camino de luz que antes se presentaba benéfica como la suave luz de un Sol portador de calor y vida pero que después se transforma en la luz destructiva del rayo que con sus punzantes quiebros es portador de una destructiva desolación.
Al dejar de estar Ahí transformamos la serpiente emplumada, benéfica y luminosa en una serpiente hiriente y destructiva.
La serpiente emplumada mantenía la armonía entre todos los seres, mundos y planetas, pues el vuelo de las alas que sus plumas formaban era el más veloz, alcanzando en un instante a todos los seres, mundos y planetas del espacio y del tiempo, y haciendo que no existiese distancia entre ellos, que todos se mantuviesen unidos como en una piña, en armonia, bienestar y amor eterno.
Pero cuando dejamos de estar Ahí la luminosa serpiente emplumada se transforma en una serpiente destructiva.
Por eso vale la pena no dejar de estar Ahí, en la serpiente emplumada, que con su cabeza de diamante nos conduce hacia el Padre bueno, para que aprendamos a tener un espíritu puro como suyo, y algún día podamos llegar a ser como Él.
Fernando Ortolá
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