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sábado, 4 de mayo de 2024

El porqué de la existencia de los Dioses


La creencia en los dioses pertenece a una humanidad pasada e infantil en la que los individuos aún no formados debian de fijarse en los ideales de las cualidades humanas como son la prudencia, la armonía, la compasión, la belleza, el amor, la fuerza, la dignidad, etc, para aprender a ser prudentes armónicos, compasivos, sensatos y todas las demás cualidades del ser humano que un niño debe de aprender a ser hasta llegar a formarse alcanzando así la adultez, en la cual como ser adulto ya tendrá integradas en el mismo todas esas cualidades, es decir que ya será prudente, sensato, armónico, etc.

Pero el niño debe de aprender a ser todos esos ideales de prudencia, respeto y demás, y esa es la razón por la que existen los Dioses, porque cada Dios es un ideal de esos atributos o cualidades del ser adulto que el niño en su proceso de formación debe de aprender a ser.

Después hay una fase en la que el niño se transforma en joven, en la cual se despierta su espíritu, pero el cuidado de su cuerpo aún está a cargo de la tutela de su tutor es decir que es independiente en el espíritu, lo cual le lleva a protestar en algunas situaciones exigiendo su propio modo de ver, pero sin embargo materialmente aún depende de su tutor, aún no es independiente. Si que es independiente en el espíritu pero aún no en la materia.

Esa es la forma esencial básica del joven, la independencia espiritual pero aún no la material.

Por eso el joven ya ha avanzado más que el niño en su formación en los distintos atributos y cualidades del ser adulto.

Por ejemplo en la cualidad adulta de la prudencia.

El niño aún no ha aprendido a ser prudente y su espíritu tampoco siente aún que él sea prudente sino que siente que tal como su tutor le indica debe de aprender a ser prudente y por eso su tutor como trabajo de estudio le presenta ideales de la prudencia para que le motiven a aprender a ser prudente, y esos ideales de la prudencia se los presenta al niño personificandolos en un ser prudente con unas cualidades de prudencia resaltadas ampliadas y notables lo suficiente como para que el niño admire a ese personaje y se motive a imitarle, a ser como él, a través del sentimiento de admiración hacia ese personaje. Pues esa es la única manera de que el niño aprenda a ser prudente ya que la mente del niño al igual que su cuerpo aún no está formada para poder comprender por qué debe de ser prudente y aunque se esfuerce en comprenderlo no lo comprenderá por no tener aún la herramienta mental para poder comprenderlo y aunque su profesor o tutor se esfuerce en explicárselo para que lo comprenda tampoco lo comprenderá por lo mismo por no tener aún la herramienta mental crecida y formada para poder llegar a comprenderlo, es decir a comprender el porqué debe de ser prudente, es decir comprender lo que es la prudencia y para qué sirve etc.

Por eso la única manera de que el niño intenta ser prudente no es explicándole lo que es la prudencia para que lo comprenda sino presentándole un personaje prudente para que admire sus cualidades y sus logros y para que a través de ese sentimiento es decir a través de las emociones del niño este imite a ese personaje prudente de actitud notable y de grandes logros para que así iniitándo a ese espíritu de la prudencia este sea absorbido por el niño empezando así a ser prudente tal como llegará a serlo cuando llegue a la adultez.

Cuando el niño pasa a su estadio de joven es decir al pasa por las puertas de la pubertad su espíritu se despierta en él pero su materia es decir su cuerpo aún depende del cuidado de su tutor, sin embargo el espíritu que se despierta en él ya siente ser ese personaje prudente y notable de grandes logros conseguidos a través de su prudencia, es decir que se siente ser ese personaje prudente que de niño admiraba e imitaba, pero que de joven ya siente que el es ese personaje, el joven siente que ya es prudente.

Pero la mente del joven aún no está formada del todo y por eso el joven aún no puede comprender por sí mismo lo que es la prudencia ,ni por qué debe de ser prudente, aunque sí que lo siente que él es prudente porque su espíritu ya se ha despertado y ya se siente ser alguien prudente, su espíritu ya se ha identificado con ese notable personaje que personificaba el ideal de la prudencia (el Dios de la prudencia) y que el niño admiraba y que después de joven se ha identificado con él al despertarse su espíritu y sentir que él ya es un ser prudente, pero sin embargo la materia del joven aún no se ha despertado, aún no es independiente en la materia, aún depende materialmente de su tutor, es decir que la materia del joven su cuerpo su cerebro aún no está formado y por eso aún no puede comprender plenamente por qué hay que ser prudente y lo que es la prudencia, pero sin embargo sí que siente que es un ser prudente aún sin comprenderlo, es decir aun sin serlo de verdad, y esa combinación de sentir que es prudente sin serlo es la típica actitud de quien presume de algo, es decir que presume que es prudente sin ser prudente.

Pues aunque su espíritu sienta que ya es prudente sin embargo su cerebro y su mente aún no comprenden lo que es ser prudente y por qué hay que ser prudente y como hay que serlo.

Lo cual se traduce en alguien que presume de ser prudente sin serlo.

Cuando más tarde el joven llegue a la adultez entonces su cerebro y mente ya estará plenamente formado, todo su ser estará plenamente formado y ya tendrá la capacidad para poder comprender lo que es la prudencia y cómo ser prudente, y entonces ya será prudente de verdad, y al mismo tiempo ya no presumirá de ser prudente porque ya no tendrá necesidad de manifestar la prudencia de ese modo lues ya la habrá comprendido y asimilado y ya sabrá lo que es ser prudente y cómo serlo.

Es decir que el adulto ya no necesitará imitar a ese ideal de prudencia, a ese personaje que personifica la prudencia ideal ,es decir a ese Dios de la prudencia, ya no necesitará imitarle para absorber las cualidades de la prudencia pues eso era solo necesario cuando el joven aún no tenía su mente formada pues a causa de eso no podía comprender lo que era la prudencia y el único modo de absorber la prudencia y ser prudente era imitando a la prudencia, y el único modo de imitar la prudencia era imitando a un personaje prudente, a un ídolo prudente, al cual el joven admiraba y así absorbía esa cualidad de la prudencia, porque a través de su comprensión aún no la podía absorber porque aún no podía comprender lo que era ser prudente. Pero al llegar a la adultez ya no necesita absorber la cualidad del ideal de la prudencia de un ídolo de la prudencia, porque su cerebro y su mente ya están formados y ya está capacitado para poder comprender lo que es ser prudente, y al comprenderlo actuar con prudencia y transformarse en un ser prudente tal como el adulto lo es, y por eso el adulto pierde la presunción del joven pues el joven para absorber la cualidad de la prudencia es decir para aprender a ser prudente tan solo lo puede hacer imitando al ídolo de la prudencia y el resultado de ello es que el joven se siente ser tal como es el ídolo, es es decir que se siente ser un héroe de la prudencia un vencedor de la prudencia, un personaje admirable y notable de grandes logros conseguidos a través de su prudencia, y por eso al imitar a ese personaje el joven ante los ojos de los demás aparece como alguien que presume de ser prudente sin serlo todavía, es decir como un presumido que se cree que es prudente pero que aún no lo es.

Por eso esa faceta del joven en el que se presenta como alguien presumido no es un defecto sino que es una faceta de la evolución del ser humano a través de la juventud para luego transformarse en un ser adulto el cual ya no necesitará ser presumido para absorber y aprender a ser la cualidad que manifiesta pues su mente y cerebro ya habran crecido y ya podrá comprender la razón de por qué debe de ser prudente y podrá comprender lo que es la prudencia y ya será prudente él mismo sin necesidad de de tener que imitar a un ídolo de la prudencia es decir al Dios de la prudencia para poder ser prudente, pues ese ingrediente de la prudencia ya estará incluido dentro del ser adulto como uno más de sus atributos naturales.

Los Dioses del niño en el adulto pasan a ser ese Dios unico del ser adulto, el Dios invisible que habita en su corazón en la forma de su voz, y que es el que a través del propio determinismo del ser adulto guía a este a realizar el trabajo de su cualidad en su respectiva profesión, para obtener su producto, su fruto, e intercambiarlo con el fruto de los demás seres adultos, para poder asi alimentarse y sentirse bien, en ese intercambio y abrazo mutuo entre todos los seres, realizando así el propósito de la creación.

Entonces es cuando la confianza hacia el Dios invisible alentará la vida del ser adulto y le ayudará a esforzarse para vencer los obstáculos y alcanzar sus metas, tras la gran meta y norma natural del ser adulto que es el trabajo conjunto y pacífico en la construcción de una buena sociedad.


Fernando Ortolá

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