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viernes, 28 de noviembre de 2025

La igualdad no se hace, se vive (2)


El espíritu es el círculo (punto) y el cuadrado.
La materia es el triángulo y la línea (rectángulo).
El espíritu es igualitario, es la totalidad de todo.
La materia es jerárquica, es una parte exclusiva de la totalidad.
La línea (la materia) es un lado del cuadrado (del espíritu), pero no es su totalidad de cuatro lados.
El triángulo es igualmente una parte del cuadrado, pero no es su totalidad.
El mundo material en el que estamos está representado básicamente por el planeta Tierra que poblamos.
La Tierra está inclinada 23,5 grados y su eje inclinado gira en torno a un eje precesional cuya abertura es 23,5 x 2 = 47 grados de abertura.
47 grados está muy próximo a 45 grados, el cual puede ser su distancia patrón en torno a la cual oscila la inclinación de la Tierra.
Pues 45 grados es uno de los dos triángulos internos que contiene el cuadrado.
Es decir, que la Tierra corresponde a uno de esos dos triángulos internos que componen al cuadrado.
Lo cual indica que, dentro de la totalidad del todo (del cuadrado del espíritu), la Tierra no está sola, sino que está acompañada de otro triángulo que representa a otra Tierra, es decir, a otro planeta, con el cual nuestra Tierra forma la totalidad del todo, es decir, del cuadrado, del espíritu.
Este es otro modo de descubrir que la Tierra está entronizada con otro planeta (otro triángulo, otra materia) con el cual forma una entronización cenuítica, es decir, una esfera cenuítica entronizada.
El espíritu es el que contiene a la materia y no al revés.
Es decir, que no es la materia la que contiene al espíritu.
Tal como se ve en el gráfico de una pirámide, en la cual el triángulo y la línea, que son los representantes de la materia, están contenidos entre el punto superior de la pirámide y su base cuadrada, que son los representantes del espíritu.
Es decir, que indica que el espíritu contiene a la materia y no al revés.
Cuando se vive en paz, todo aparece en su orden natural, es decir, que aparece el espíritu conteniendo a la materia.
Cuando se pierde la paz y se actúa con violencia, se altera ese orden natural, es decir, se invierte, presentándose como una materia que intenta contener al espíritu, lo cual es imposible, ya que ese no es el orden natural de las cosas, y eso produce dolor y sufrimiento por la desesperación de intentar realizar algo que nunca se consigue.
Ese error lo comete el que con su espíritu quiere dominar al espíritu de los demás.
Según las asociaciones gráficas del espíritu y de la materia, se puede decir que quien comete el error de intentar someter con su espíritu al espíritu de los demás, y tuviéramos que ver esa acción de un modo gráfico, la veríamos como una línea o un triángulo que intentan atrapar a un cuadrado o a un círculo.
Lo cual es imposible.
Pues una línea no puede atrapar a la totalidad de un cuadrado, ya que es tan solo un lado de ese cuadrado, es decir, una cuarta parte, pero no la totalidad.
Lo mismo se puede decir del triángulo, el cual no puede atrapar al cuadrado, pues, visto a través del gráfico de la pirámide, representa tan solo una cuarta parte de la pirámide asociada a uno de sus lados, y observando el triángulo en relación a la base de la pirámide, el triángulo abarca solo a la mitad de ese cuadrado, pero no en su totalidad.
Lo mismo se puede decir de una línea que intenta atrapar a la totalidad de un círculo.
Es imposible, pues lo más que puede hacer es dividir ese círculo en dos partes, es decir, en dos hemisferios, pero no abarcarlo en su totalidad.
Lo mismo se puede decir de un triángulo que intenta atrapar a un círculo.
Es imposible, pues el triángulo, para mantener su figura en el interior de un círculo, deberá dejar siempre partes de la superficie del círculo situadas afuera de la superficie que el triángulo ocupa.
Es decir, que dicho de un modo gráfico, el espíritu que intenta someter al espíritu de los demás está intentando atrapar a un cuadrado (es decir, a la totalidad que representa el espíritu) con un triángulo.
Es decir, que intentará sacar a su espíritu de la igualdad habitual del espíritu y situarlo en el exterior de la exclusividad de la materia, es decir, hacer a su espíritu exclusivo y superior a los demás espíritus, lo cual significa darle a su propio espíritu la exclusividad de la materia y con el triángulo de su ser (su espíritu exclusivizado y extraído de su lugar interior e igualitario habitual) intentará atrapar al cuadrado (al espíritu, a la totalidad), lo cual le resultará imposible. Ese intento de atrapar al cuadrado con el triángulo, es decir, con un solo triángulo, con un solo ser, ya que el cuadrado es el espíritu que se compone de dos triángulos, los cuales representan al individuo y a su prójimo, y el individuo no puede atrapar a la totalidad del Espíritu, es decir, del cuadrado, si de este excluye al prójimo, y esa tarea tan solo mantendrá al individuo afuera del cuadrado, es decir, que mantendrá a su espíritu afuera de su posición habitual, con el intento de abrazar y acaparar la totalidad del cuadrado desde el exterior de este, lo cual, por ser un proceso antinatural, le producirá un gran dolor en el que las esquinas del cuadrado que intenta abrazar se transformarán en clavos que se hincan en su piel y le crucifican en una cruz de dolor, por intentar atrapar a la totalidad del todo con su espíritu, es decir, intentar atrapar el cuadrado con el triángulo excluyendo del cuadrado al otro triángulo, es decir, al prójimo.
Ese es un proceso muy doloroso que no hay que deseárselo a nadie.
Pues es imposible atrapar el cuadrado con el triángulo, es decir, que es imposible que un espíritu domine a los demás espíritus (al cuadrado) vistiéndose con la exclusividad de la materia (el triángulo), pues dentro del espíritu (del cuadrado) conviven todos los seres, todos los triángulos, en una total igualdad y unidad entre ellos, lo cual es el orden natural de las cosas que no se puede alterar, y cuando se intenta violar, produce un gran dolor y sufrimiento.
Aceptar al Creador y al prójimo es la solución de este problema.
Es decir, no querer poseer la totalidad del espíritu, del cuadrado, sino aceptar a los demás espíritus y triángulos que viven dentro del cuadrado, del espíritu.
El individuo no debe cometer el error de, ante un espíritu que le quiere dominar, hacer lo mismo que él e intentar dominarle a él, aceptando así la guerra que le declara, pues de ese modo el espíritu que ha sido el primer atacado, al dar una respuesta de ataque al primer agresor, caerá en su mismo error de querer atrapar el cuadrado con el triángulo, lo cual le conducirá a su misma desesperación por no conseguir atrapar a la totalidad del cuadrado con el triángulo.
Es decir, que el cuadrado, la totalidad, el espíritu, se debe compartir siempre de igual a igual con todos los seres, es decir, con todos los triángulos, con todos los cuerpos de los seres vivos, con todas sus presencias en el universo de la creación, pues todos ellos están contenidos dentro del gran cuadrado que esta representa en su totalidad y que es el espíritu del Creador, dentro del cual nace su obra, que es el universo material en el que estamos.
Es decir, que hay que aceptar a los demás individuos, a los demás triángulos, dentro del gran cuadrado del espíritu, y no intentar acaparar todo ese gran cuadrado, dando a ese espíritu la exclusividad de la materia y con su materia, es decir, con su triángulo, intentar poseer de un modo exclusivo a todo el cuadrado, es decir, a todo el espíritu.
Hay que compartir la totalidad del espíritu, del cuadrado, con los demás triángulos, es decir, con los demás seres vivientes, aceptarlos a todos como hermanos y como iguales dentro del gran cuadrado del Gran Espíritu que lo engloba todo.
Pues así todo va bien.
La alteración de ese ritmo normal de las cosas hace que todas las dualidades se inviertan, y eso produce dolor.
Como por ejemplo el derrame cerebral, que es la inversión entre los dos hemisferios cerebrales, los cuales están divididos por una línea que está representada por la barrera interhemisférica.
En el cerebro se refleja la línea de la materia y el círculo del espíritu.
La línea es la línea interhemisférica que separa a los dos hemisferios cerebrales, y el círculo es la totalidad del cerebro, es decir, de la esfera craneal que contiene el cerebro.
Al espíritu cometiendo el error de intentar atrapar la materia se le puede representar gráficamente como al triángulo que intenta atrapar al cuadrado, pero también se le puede representar como a la línea que intenta atrapar el círculo, pues la línea también representa a la materia y el círculo también representa al espíritu.
Es decir, que en el caso del cerebro, el intento de atrapar al espíritu con la materia se puede representar como a un hemisferio cerebral que saliendo de la totalidad (es decir, del círculo) y haciendo de una exclusividad material (de la línea, línea interhemisférica) intenta atrapar a la totalidad del cerebro (el círculo, la totalidad, el espíritu) marginando al otro hemisferio cerebral, es decir, recluyéndolo al otro lado de la línea (línea interhemisférica) que en ese caso de dominación violenta usa como arma para erigirse a sí mismo como el único hemisferio cerebral sobre el otro hemisferio cerebral.
Es curioso que, acompasado totalmente con esta simbología y su significado, se presente la patología del derrame cerebral, el cual se presenta como un exceso de riego sanguíneo en un solo hemisferio cerebral.
Es decir, que ese hemisferio cerebral, a través de ese proceso interior, se ha erigido a sí mismo como superior, exclusivo y preferente sobre el otro hemisferio cerebral, con lo cual todo el riego sanguíneo ha ido de un modo exagerado a ese hemisferio que en ese momento se considera exclusivo de un modo exagerado y fanático.
Ante el Sol (la totalidad, el espíritu, la igualdad que contiene todo), un ser vivo debe aceptar su cuerpo y lugar materiales en donde se encuentra en relación al Sol, el cual a veces puede estar oculto tras el horizonte y a veces puede estar sobre el horizonte alumbrando a esa parte exclusiva que se refiere al cuerpo físico y lugar material que ese ser vivo ocupa.
Si ese ser, ante esta realidad, la acepta y espera a que el Sol se asome en su momento por el horizonte, dando su calor y su vida, entonces todo le irá bien, porque está aceptando el ritmo natural y con ello acepta también a todos los demás seres vivos cuyos espíritus se encuentran por igual dentro de ese gran espíritu que representa el círculo del Sol.
Solo ese ser vivo que camina de prisa y desesperadamente hacia el horizonte con el intento imposible de estar siempre ante la presencia del Sol, es decir, ese ser que intenta vencer a esa línea del horizonte, para dominarla y usarla como herramienta y arma, para atrapar con ella al gran espíritu del Sol y a todos los seres que este contiene conviviendo en igualdad entre ellos, es decir, solo ese ser que entre todos esos seres vivos intenta erigirse a sí mismo como el único y exclusivo, situándose sobre la línea del horizonte en la posición del Sol, y situando a los demás seres vivos bajo él y bajo su mandato, erigiéndose a sí mismo como el único ser superior sobre todos, el único rey y dirigente, es decir, solo ese ser que desea dominar, someter y esclavizar a los demás es el que sufre el auténtico dolor por intentar atrapar el círculo con la línea, es decir, el espíritu con la materia. Solo quienes acepten la batalla que él les declara o quienes le imiten heredarán su dolor.
Las visiones muestran también esa realidad que también puede ser comprendida.

Fernando Ortolá




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