La noche del 13 de Agosto, estando en Denia (Alicante) subi a la azotea para ver si veia alguna de las estrellas fugaces de las Perseidas.
Me tumbe sobre el suelo y mirando el cielo estrellado nocturno y silencioso me puse la guitarra sobre mi pecho y empece a tocar una melodia lenta y arpegiada dándome la sensación de que las notas retumbaban por todo el firmamento visible que aparecia ante mis ojos.
En un instante de aquel momento intimo entre las estrellas del cielo y yo apareció la primera estrella fugaz, depues le siguieron dos mas, cada cual con una direccion totalmente distinta de la anterior, como si cada una de ellas tuviese una vida y destino único y exclusivo, aparte de las demas estrellas fugaces con las que viajan unidas en grupo, como los seres libres de una bonita comunidad estelar, adornando el cielo que bellas flores luminicas de libertad, igualdad, civismo, conocimiento, sentido comun y... de paz, pues si que es verdad que verlas da un sentido profundo de paz.
Seguí mirando hacia arriba hasta que el sueño me empezó a vencer y cuando mis parpados ya se caian vi dos estrellas fugaces mas que me hicieron abrir los ojos, como diciéndome:
¡Éh Fernando... no te duermas... estate alerta!
Eso me despejó y volvi a fijarme en cada estrella y en cada luz.
Viniendo del mar vi llegar un objeto con luces de varios colores intermitentes entre las que tambien estaba la roja y la verde.
Pensé que era un avión que se aproximaba desde la lejania con sus luces de señalización.
Aún asi seguí observando su recorrido que se dirijia hacia la parte Este de la alargada loma del monte Montgó.
El objeto luminico continuó su vuelo justo por encima de la linea que marcaba la silueta de la loma del Montgó, pero nunca se escondió por detras de esta sino que iba por encima de ella, como si conociese mi angulo de visión de la escena.
Eso me sorprendió.
Al llegar al final de la loma en su lado Oeste pensé que continuaria recto como normalmente hacen los aviones y que se perderia de mi visión.
Pero en un rato vi venir la misma luz que se volvia a dirigir hacia el mar pero esta vez por mi lado derecho.
La veia un poco mas próxima a mi y era curioso que desde cualquier ángulo de visión se viese la misma linea de luces horizontal al suelo.
Pude comprobar que el objeto no seguia un movimiento totalmente rectilineo, y que por los reflejos parecia tener una parte alargada hacia arriba sin luces, con una parte circular iluminada abajo. Y lo que mas me sorprendió: no hacia ningún ruido, pues la noche estaba silenciosa y de ser un avión o un helicoptero se hubiesen oido los motores.
Aquel objeto desapareció alejándose en la lejanía y yo que me había puesto de pie para observarlo volví a reclinar mi espalda sobre el suelo para continuar con mi vigilancia de las Perseidas.
Poco despues sucedió lo mas extraño.
Sobre mi y en dirección hacia el Montgó pasó volando lentamente un objeto que no tenia luces, pero que aún siendo de noche se podia percibir su presencia y silueta.
Era bastante grande, algo asi como del tamaño de una mano viendola con el brazo alargado.
Se podia apreciar un color parduzco con tonos de verde.
Su textura era como la de una especie de saco alargado y ovalado con una panza repleta de vegetales, tierra y naturaleza. Como una bolsita de hierbas, cálida y tierna, con vida, casi como si fuese el cuerpo de un animal o ser viviente y palpitante, pero a su vez un ser pacifico, cariñoso y tierno.
Es decir, que no se veía metálico, con punzantes esquinas, bordes y reflejos de dureza, sino todo lo contrario, un saquito cálido, tierno, sensible, natural, receptivo, algo así como la caricia de una cálida mano nocturna.
Lo vi pasar dos veces sobre mi, y las dos hacia la misma dirección, hacia el Monte Montgó.
Tambien me sorprendió que lo viese pasar dos veces.
Pensé que o bien eran dos objetos, o bien era el mismo objeto que pegó la vuelta y volvió a pasar por encima de mí.
Algunas noches mas tarde tuve la ocasión de preguntar telepaticamente a Kinomi si ese objeto habia sido él con su nave y me dijo que sí.
Entonces comprendí todo lo sucedido aquella noche.
El objeto que volaba en el cielo nocturno con luces intermitentes pero sin hacer ruido era su nave que al oir el sonido de las cuerdas de mi guitarra se acercó a mi para dar su saludo.
Llegó del mar y rodeó la ciudad de Denia, describiendo un circulo hacia la derecha.
Desde mi perspectiva lo vi como si volase por encima del Monte Montgó, aunque posiblemente estaba mas cerca, por encima de la ciudad.
Entre sus luces intermitentes llevaba la verde y la roja para que quien le viese pensase que es un avión y así pasar desapercibido.
Pero cuando se acercó volando justo por encima de mí apagó totalmente las luces, por lo mismo, para no ser visto ante ojos de terceros,... y voló lo suficiente cerca como para que yo que en ese momento estaba mirando hacia arriba con los ojos bien abiertos le viese pasar.
Volví a preguntar a Kinomi si esto fue así, y me dijo que sí.
Gracias Kinomi, gracias hermano por tu cálido saludo que con estas palabras quiero transmitir a todos nuestros hermanos, para que no olvidemos que estáis Ahí siempre ayudando a que nosotros también lo estemos, para seguir así ayudándonos como hermanos los unos a los otros, a estar Ahí, en este maravilloso universo que tenemos para vivir.
Detras de todo siempre está la mano que hace, conduce y realiza el dia y la noche, el caminar de los astros, el universo y todos los seres que lo habitamos. Una mano que es humana, calida, afectiva, creadora, constructora y fabricante .
Fernando Ortolá
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