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domingo, 21 de abril de 2024

El amor natural entre la jerarquía y la igualdad

 


En una realidad más alta somos seres iguales y desde allí se proyecta la realidad de nuestro mundo y dimensión en la que vivimos.
Esa dimensión más alta corresponde con el espíritu y la dimensión más baja en donde estamos corresponde con la materia..
La igualdad en el espíritu significa que todos debemos de tener los mismos derechos y privilegios y todos debemos de tener por igual unos beneficios y un bienestar aunque nuestros cuerpos sean diferentes y nuestras situaciones físicas y materiales sean distintas sin embargo todos necesitamos por igual los mismos derechos privilegios beneficios y bienestar al igual que salud libertad y todas esas condiciones internas que no son palpables física o materialmente ya que son conceptos de nuestra mente nuestro interior nuestro espíritu el mundo de las ideas de los principios es decir el mundo de lo que está oculto y lo interno de lo que se piensa el mundo del Espíritu el cual se formulan las leyes y se asientan los principios de igualdad de la igualdad al bienestar a la paz al amor a la libertad y a la salud que todos los seres por diferentes que sean de aspecto físico color raza origen y circunstancias deben de tener derecho por igual a todas esas condiciones veo libertad paz libertad bienestar etcétera.
Es decir que en eso en el espíritu todos somos iguales todos tenemos derecho por igual al bienestar.
Pero en la materia somos diferentes pues cada uno tiene una forma física distinta necesita una talla de zapatos distinta o de ropa tiene una alimentación distinta en arreglo al lugar a donde vive que también es distinto tiene un trabajo y ocupación distinta a los demás con su trabajo produce un producto o fruto diferente al de los demás etcétera..
Por eso es que la igualdad debe de existir en el interior en el espíritu mientras que en la materia debe de existir la jerarquía pues hace falta un reparto jerárquico y piramidal del fruto o producto del respectivo trabajo de cada cual que además es un fruto que debe de ser distinto para cada consumidor pues cada persona tiene una circunstancias diferentes y necesita ese producto o fruto de un modo distinto.
El reparto piramidal o jerárquico de cada producto es necesario para hacer llegar a ese producto desde su fábrica hasta el consumidor hasta todos los consumidores por igual para que todos lo tengan y lo puedan consumir en arreglo a sus propias necesidades de cada uno.
Es decir que la jerarquía que debe de existir en la materia está al servicio de la igualdad y la igualdad que debe de existir en el espíritu está al servicio de la jerarquía es decir de la individualidad de cada uno de que cada ser cada persona pueda ser libre independiente para poder realizar su trabajo y fabricar sus frutos su producto y para poder distribuirlo de un modo piramidal y jerárquico para que pueda llegar a todos por igual es decir para poder estar al servicio de la igualdad para que así la jerarquía esté al servicio de la igualdad al igual que la igualdad está al servicio de la jerarquía.
El problema se presenta cuando ese orden natural de esencias de la igualdad en el espíritu y la jerarquía en la materia se invierte pasando así la igualdad a la materia y la jerarquía al espíritu pues entonces la jerarquía que pasa al espíritu se transforma en un ser que se considera superior a los demás o más derechos y privilegios que otros, es decir en un dictador, y la igualdad que pasa a la materia se transforma en una imposición de una forma artificial que se impone a la fuerza a todos por igual incluso a los que no la necesitan y no la quieren ni la desean.
Cuando eso sucede hay que regresar al orden natural de las esencias lo antes posible para que toda la gente afectada por ese caos esencial tanto dirigentes como dirigidos dejen de sufrir esa desarmonía y todos los trastornos que produce como son las enfermedades guerras desgracias naturales infelicidad etc.
Cenuitica ofrece su estudio y su práctica, la práctica de las esencias, para empezar a hacer que eso sea posible.


Fernando Ortolà

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