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jueves, 4 de julio de 2024

Todo es más fácil de lo que parece

 En los tiempos pasados infantiles de la humanidad la diferencia entre ricos y pobres se veía cómo una maldad, cómo la represión de unos ricos malos sobre unos pobres buenos e inocentes.

En los tiempos actuales adultos de la humanidad la diferencia entre ricos y pobres se ve como una infantilidad que afecta tanto a ricos como a pobres por apartar a ambos de la verdadera salud y felicidad tanto externa como interna.

En los tiempos pasados infantiles podían aguantar esa situación con sus propios métodos haciendo que la cosa fuera llevadera.

En los presentes tiempos adultos de la humanidad también puede ir bien todo cuando se afronta ese problema con los métodos actuales que son el conocimiento adulto y más profundo de esa situación.

Pero ese problema de la diferencia de ricos y pobres no se soluciona y aún se hace más grande e insoportable cuando estando en los tiempos adultos de la humanidad en los que estamos se intenta combatir ese problema con los métodos de los pasados tiempos infantiles de la humanidad pues de ese modo el problema persiste ya que se presenta de diferente manera y para solucionarlo hay que afrontarlo con el método adulto y no con el método infantil.

La aplicación de los métodos adultos, como lo es la cenuitica, sería la solución de ese problema en la actualidad pero estos están restringidos por la presencia de una oscura jerarquía infantil que rechaza la igualdad para no verse desposeída de su poder excesivo sobre los demás.

Pues el método adulto actual que daría la solución presenta la igualdad ya que la igualdad es la norma natural del ser adulto y la jerarquía es la norma natural del niño.

Por eso el método que solucionaba ese problema en los tiempos pasados infantiles era la jerarquía que entonces se presentaba buena y la aplicación del método era la obediencia hacia el buen jerarca, es decir hacia el rico el cual era una persona buena que ayudaba al pobre a subsistir con salud y felicidad.

Pero actualmente ya no es así pues ya estamos en los tiempos adultos de la humanidad y la solución para ese problema de ricos y pobres ya no es la jerarquía y la obediencia sumisa a los más ricos sino que es la igualdad entre ricos y pobres.

Esa es una igualdad que no interesa a los más ricos y por eso la oscura jerarquía a través de ellos impiden que se manifieste la igualdad que en el interior de todos los individuos está vigente actualmente en los tiempos adultos de la humanidad.

Esa oscura jerarquía que impide la igualdad en la actualidad no se halla únicamente presente en los ricos sino también en los pobres pues actualmente todos los individuos comprenden que el que es rico en la materia es pobre en el espíritu y el que es pobre en la materia es rico en el espíritu.

Es decir que actualmente en los tiempos adultos de la humanidad en los que estamos se comprende que tanto ricos como pobres son igualmente víctimas del mismo desequilibrio y están poseídos igualmente por ese oscuro espíritu jerarca de dominación de unos sobre otros.

Por eso  la solución no es ir a atacar a los dirigentes porque no está en ellos el espíritu jerarca oscuro y represor sino que está en todos tanto en los ricos cómo los pobres tanto en los aparentemente represores cómo en los aparentemente reprimidos.

En vista de ello la solución actual es simplemente aceptar a todos de igual a igual y vivir la igualdad con todos a modo personal, cada cual en donde se encuentra, disfrutando hasta la última chispa de la propia paz que está presente en el mundo personal de todos, disfrutando cada cual hasta la última chispa de lo que hace, y si todos hacemos lo mismo entonces ese problema se habrá terminado en todo el mundo.

Un ingrediente indispensable que al ser adulto necesita para aplicar su método y solucionar el problema es creer en Dios.

Pues para el niño Dios es su tutor físico pero para el adulto Dios es un personaje más profundo etéreo y espiritual es un Dios invisible que habita en su corazón en la forma de su voz y que se sigue cuando el ser adulto sigue  su propio determinismo.

Por eso para el niño su Dios es nombrable es el mismo príncipe azul o guerrero invencible pero para el adulto su Dios es innombrable, es invisible, es ese ser etéreo y sutil es la misma voz de su corazón fusionada a su misma voz de su propio determinismo., es esa voluntad profunda fusionada a la propia voluntad y verdadera del ser adulto.

Por eso cuando el ser adulto vive en paz consigo mismo y confía en su Dios invisible este hace que la paz se manifieste en el exterior y que todo vaya bien.

El niño siente que debe de imitar a su dios físico a su buen jerarca para poder llegar a ser como él y solucionar los problemas por el mismo tal como lo hace su tutor.

El adulto ya ha aprendido a actuar, ya está formado y se ha dado cuenta que aún así no es él el que soluciona los problemas sino Dios y que para dejarle actuar el ser adulto debe de seguir su corazón y vivir en paz en el lugar en donde está disfrutando de lo que hace en cada  momento, con buena relación de aceptacion mutua, de armonía y paz con los demás, pues de ese modo deja actuar a su Dios invisible el cual se manifiesta y hace la paz en su entorno.

Eso es lo que desde la cenuítica le denomino el estar Ahí.

Es el optar siempre con la paz y confiar en que la paz solucionará los problemas tal como siempre hace es decir que es confiar en ese Dios invisible que no se le puede llamar ni Dios en realidad pues es innombrable e incluso llamarle Dios ya es retroceder al dios infantil es decir al príncipe azul que en tiempos adultos es esa chispa de luz que molesta como una mosca inquietando al ser adulto impidiendole disfruttar de lo que hace y llevándole a enfrentamientos contra los demás seres adultos por ser una chispa extra en la formación de su ser que ya está completo y por eso esa chispa extra es una imposición dictatorial de unos sobre otros que  impide al individuo adulto ser él mismo hasta la última chispa de su ser, es decir disfrutar de su propio mundo, confiar en la paz y dejar que la paz, es decir el verdadero Dios invisible de los adultos, se manifieste tal como es su voluntad y la verdadera voluntad del ser adulto.



Fernando Ortolá

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