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domingo, 7 de julio de 2024

El niño aprende a ser y el adulto es



Los Feses son la oscuridad mental que que se presenta solo en los seres adultos pues estos ya tienen su mente formada.

El Fes recuerda al adulto que ya no debe de dedicarse a formar su ser sino a ser, pues ya esta formado.

Por eso solo una chispa, un poquito, que el ser adulto se dedique a formar su ser es una chispa extra que resulta negativa tanto en el mismo como la relación con los demás.

Pues es una chispa de retroceso hacia el mundo infantil es decir hacia su pasado.

Esa chispa de retroceso se transformará en una chispa de imposición de su carácter y de su voluntad sobre la voluntad de los demás.

Eso le creará problemas en la relación con otros y a su vez le creará problemas en su propio equilibrio personal y salud por la contrariedad que se producirá en él al sentirse rechazado por aquellos que no aceptan su orden y mandato.

La presencia del Fes enseña otras muchas cosas más.

El niño está dirigido por la jerarquía de su tutor físico y bueno jerarca que le conduce.

Su tutor le insta la que el niño elimine la oscuridad aunque la oscuridad en el niño aún no se presenta de un modo mental ya que la mente en el niño aún no está formada y por eso es una oscuridad que se presenta en la forma de dificultades en el mundo material que el niño aún no puede superar por sí mismo.

El niño intenta eliminar la oscuridad por sí mismo vencer la dificultad y alcanzar esas metas materiales que su tutor le presenta.

Aunque no lo consigue por sí mismo y necesita siempre de la ayuda de su tutor.

Sin embargo con esa tarea el niño se va formando para llegar a ser un ser adulto en el futuro.

Cuando el niño llega a ser adulto ya puede conseguir esas metas materiales por sí mismo pero se le presentan unas nuevas dificultades que ya no son materiales y externas sino internas y mentales pues como adultos se ve ante la necesidad de hacer un esfuerzo mental para intentar comprender como solucionar los problemas externos y materiales los cuales se solucionan bien con ese esfuerzo mental que el adulto realiza y que por eso este ya no tiene su dificultad en alcanzar metas materiales externas sino en alcanzar las metas mentales internas las cuales le ofrecen las soluciones externas.

El ser adulto ya no tiene al tutor físico con él y por eso si se dirige al exterior material de un modo precipitado sin pensar primero como actuar es decir sin realizar el esfuerzo mental entonces todo le puede salir mal en el exterior y no alcanzar sus metas materiales ya que no está la presencia de su tutor físico para ayudarle y debe de ser él mismo quien realizando un esfuerzo mental interno comprenda como alcanzar las metas externas y materiales.

Para que al adulto le vaya bien en todo ello no debe de dedicar ni una sola chispa de su ser en aprender a ser tal como hacía cuando era niño sino que debe dedicar todo su ser hasta la última chispa en la tarea de ser, es decir de ser él mismo, de seguir su corazón, su propia voluntad adulta, su propio determinismo ya formado y capaz de ser llevado a cabo.

El ser adulto no debe dedicar ni una sola chispa en aprender a ser sino en ser, pues si dedica tan solo una chispa en aprender a ser esa puede ser la chispa de imposicion de su voluntad que encienda un enfrentamiento contra su prójimo, contra los demás, y que al mismo tiempo provoque un desequilibrio interno y personal.

Es decir que el ser adulto debe dedicarse plenamente a lo que hace hasta la última chispa de su ser, para así no desviarse ni una sola chispa por el lado equivocado e infantil del aprender a ser, tal como hacía cuando era niño, pero que al ser adulto resulta negativo pues se traduce en una chispa de discordia consigo mismo y con los demás y por eso el ser adulto ya no debe de aprender a ser sino que debe de ser.

El tutor físico del niño enseña a este que debe de amar a Dios sobre todas las cosas que debe de amar al prójimo como a sí mismo y que debe de trabajar por una buena sociedad.

El niño con su mente aún no formada intenta comprender estas cosas y realizarlas lo mejor que puede y en ello a veces esas cosas no le salen bien porque le resulta difícil amar a un niño mas grande que le ha pegado en el recreo del colegio, le resulta difícil amar a un Dios que ha permitido que eso se produzca, le resulta difícil después de lo sucedido ponerse a trabajar con ese niño estando a buenas con él como si no hubiera pasado nada y juntos intentar realizar la buena acción de trabajar por una buena sociedad tal como el tutor del niño le dice que debe de hacer tal como le dice también que esa es la voluntad de Dios.

Al niño muy seguido no le salen bien estas cosas y debe de recurrir una y otra vez a su tutor físico para que le ayude a hacerlo bien en esa tarea que le pide de amar al Dios al prójimo y a la sociedad.

Aún así el niño no experimenta un dolor interno y mental ante esas cosas que no le salen bien, pues aún no tiene la mente formada para poder sentir un dolor en ella.

El dolor que experimenta el niño es más físico cuando algo va mal cuando un niño más grande que él le pega el recreo del colegio.

El tutor físico en esas ocasiones le da buenos consejos le dice no devuelvas golpe por golpe ven a decírmelo a mí y yo te ayudaré.

El niño hace eso va llorando a su tutor a decir que le han pegado y el tutor va al niño más grande y le riñe para que no lo vuelva a hacer y para que se porte bien.

Así que asuntos resuelto el niño más grande no vuelve a pegar al pequeño por el temor de que el tutor le riña.

Todo esto va bien en el niño siempre que este recurra a su tutor en todo es decir a su buen jerarca el cual le seguirá formando en esos valores de amar a Dios al prójimo y a la sociedad que son valores que el niño aún no tiene integrados en su personalidad pues esta aún no está formada sino que se halla en proceso de formación de la mano de su tutor físico y buen jerarca.

Cuando el niño llega a ser adulto todo eso es diferente.

Pues el adulto ya tiene integrados en sí mismo los valores de amar a Dios al prójimo y a la sociedad. Es decir que ya no debe de aprender esos valores e integrarlos en su personalidad sino que simplemente debe de ejercer esos valores que ya tienen sí mismo y el modo de ejercerlos es simplemente siendo el mismo siguiendo su propio determinismo ya que de ese modo los valores que forman su su propia personalidad su propio ser y su propio determinismo ya se manifestarán por sí solos al exterior en el momento en el que el ser adulto actúa con libertad siguiendo su propio determinismo.

Es decir que un ser adulto debe de ser él mismo, seguir su propio corazón y su propia voluntad en cada momento.

Por eso si un ser adulto se detiene a intentar comprender los valores que ya están integrados en él mismo eso le retrasa el acto de ser él mismo, es decir que le retrasa a manifestarse de un modo libre y espontáneo en la vida y resulta negativo porque sus valores ya están integrados en él mismo y ya no debe de detenerse en formarlos sino que debe de ser él mismo y a través de esa acción de ser él mismo sus valores por si solos y de un modo automático y natural ya se manifestarán al exterior por si solos, es decir que cuando el ser adulto sigue su corazón y es él mismo entonces de un modo automático y natural ya ama a Dios y ama al prójimo y ama a la sociedad sin la necesidad de que alguien le diga que lo debe de hacer, y sin la necesidad de que él diga a otras personas que lo deben de hacer, pues tanto él como otros seres adultos ya están formados y ya tienen esos valores integrados en sí mismos, por lo tanto no tienen más que ser, es decir dejarse llevar por la propia personalidad, actuar con propio determinismo y así esos valores ya se manifiestan de un modo automático natural y por si solos al exterior y de un modo positivo de modo que repercute bien en la relación con los demás y en el individuo mismo.

El modo como el tutor y buen jerarca del niño integra en él los valores de amar a Dios, al prójimo y a la sociedad no lo hace introduciendo esos valores en el niño sino despertando en él esos valores que ya están dentro y en lo más hondo de su ser, dentro del niño y que la mente de este aún no está formada para poder comprenderlos y actuar según ellos, y por eso el tutor físico debe de ayudar al niño a formar su mente para que una vez esté desarrollada y el niño llegue a ser adulto pueda comprender por sí mismo esos valores que ya están presentes en lo más hondo de su ser y en lo más hondo de todos los seres vivos.

Pues así hemos sido creados y así somos y esa es la naturaleza del ser humano y de todo ser vivo, pues esos valores son la misma vida y razón de ser y de existir por lo que si un ser no tuviera esos valores ya inscritos en lo más hondo de su ser no tendría vida.

Pero el niño no es consciente aún de esos valores porque su mente aún no está formada para poder serlo y por eso es el tutor físico el que le debe de recordar esos valores que el niño debe de intentar alcanzar con su trabajo físico estableciendo una buena relación con los demás es decir portándose bien hasta que su mente ya esté formada como para comprender que esos valores del portarse bien ya están inscritos en lo más hondo de su ser es decir que ya no debe que portarse bien porque su tutor físico se lo diga si no porque él mismo quiere portarse bien porque ha descubierto que ese es su verdadero deseo profundo de su ser el cual quiere manifestar al exterior en la forma de paz y armonía en él mismo y en la relación con los demás y que ya no lo hace como una imposición, cómo algo que debe de aprender a hacer, sino cómo un deseo propio y verdadero de su propio corazón y determinismo adulto.

Por eso cuando un ser adulto va hacia otro ser adulto a decirle que debe de amar a Dios al prójimo y a la sociedad con ello le está dando una extra formación de su personalidad que ese otro ser adulto ya no necesita pues ya está formado.

A su vez le estará sumergiendo de nuevo en su pasado periodo infantil de formación.

Ese pasado infantil era jerárquico pues estaba dirigido por el tutor físico y buen jerarca el cual siempre arreglaba todas las situaciones para que todo terminase bien.

Pero ese tutor físico ya no está ante el ser adulto y por lo tanto cuando un ser adulto le dice a otro que debe de amar a Dios al prójimo y a la sociedad con ello le da ese extra de formación junto a una jerarquía que ya no tiene guía y que por eso se transforma en una imposición jerárquica y en una dictadura tal como la siente el individuo adulto que escucha que otro individuo adulto le dice que debe de amar a Dios al prójimo y a la sociedad pues aunque sus palabras suenen bien sin embargo son un extra en la formación en la for.acion del adulto que escucha que llevaran a este llevarán a su periodo infantil de formacion con una jerarquía que ya no tiene guia y que por eso se transformará en dictadura y que hará que el ser adulto que escucha esas palabras se sienta dominado de un modo negativo es decir esclavizado interiormente y pierda su propio impulso vital su propia libertad, su propio determinismo que en realidad ya había ganado al pasar de niño a adulto.

Es decir que si un ser adulto debe de dejar de ser él mismo por intentar aprender a amar a Dios al prójimo y a la sociedad tal como otro ser adulto le sugiere con ello estará siendo agredido interiormente dominado y esclavizado por ese otro ser adulto que le ha dicho que debe de amar a Dios al prójimo y a la sociedad, pues esa chispa extra de formación en el ser adulto que escucha esas palabras le sacan de la última chispa de ser él mismo, es decir que le sacan de su propio determinismo el cual le conduce de un modo espontáneo y natural a amar a Dios al prójimo y a la sociedad ya que como ser adulto pues ya tiene esos valores integrados en su propio ser, y el resultado final de esa acción es que el individuo adulto que le dice a otro individuo adulto que debe de amar a Dios al prójimo en la sociedad en vez de hacerle hacer eso le hace hacer todo lo contrario es decir que le saca del amor a Dios al prójimo y a la sociedad que el ser adulto que escucha ya tiene integrado en si mismo y ya realiza por sí mismo con el simple hecho de seguir su propio determinismo pero que al forzarle a hacerlo entonces eso hace que ese ser adulto se sienta dominado y que deje de ser él mismo por temor a esa dominación y que por lo tanto deje de amar a Dios al prójimo y a la sociedad de un modo espontáneo y natural tal como todo ser adulto ya hace y realiza por sí mismo siguiendo su propio determinismo sin necesidad de que otro ser adulto le diga que lo debe de hacer.

Espero que se comprenda bien lo que digo y no se malinterprete pues no me refiero a que amar a Dios al prójimo y a la sociedad sea malo sino todo lo contrario es bueno pero para dejar que eso se manifieste no hay que inculcarlo en los seres adultos porque se puede crear el efecto contrario es decir que esos valores que el ser adulto ya tiene en sí mismo desaparezcan de él y deje de manifestarlos al exterior de un modo natural y espontáneo.

Inculcar esos valores a un ser adulto es un extra en su formación una chispa extra que se transforma en violencia guerra se enfrentamientos etc tal como las evidencias históricas demuestran.

Pues al inculcar en un ser adulto esa chispa extra de formación esta impide que el ser adulto siga su propio determinismo hasta la última chispa de su ser es decir que le quita esa chispa de libertad de acción que le hace ser totalmente infeliz y que por ende le lleva a perder su salud.

Es decir que paradójicamente si se va a un ser adulto a intentar inculcarle de un modo extra los valores de amor al prójimo a Dios y a la sociedad y además se le dice que con eso se le va a hacer libre el resultado final de esa acción es que se le quita la libertad a ese pobre ser adulto es decir que en vez de darle esa supuesta libertad se le quita la libertad que ya tenía y se hace de él un desgraciado es decir un infeliz lo cual se deriva en un enfermo esclavo y dependiente materialmente de quien le ha quitado la libertad, es decir de quien le ha engañado.

Es decir que cuando se le dice a un ser adulto algo así como que la verdad te hará libre con ello se le está sugiriendo que reciba la verdad de quien le habla es decir ña sugerencia de que quien le habla está en posesión de la verdad y quien escucha no tiene la verdad y necesita recibir la verdad de quien le habla para así poder ser libre.

Quien dice aún ser adulto que le va a dar la verdad y la libertad en realidad lo que está haciendo es quitarle la verdad y la libertad que el ser adulto que escucha ya tenía en realidad lo que está haciendo es quitarle la verdad y la libertad que el ser adulto que escucha ya tiene en sí mismo.

Por eso en vez de decir a otro ser adulto que se le va a dar la verdad y la libertad es mejor transmitirle el deseo de compartir la verdad y la libertad que ese otro ser adulto ya tiene en sí mismo y que ya está en ambos, para que así la verdad y la libertad de ambos crezca y ambos crezcan en ello del mismo modo y de un modo igualitario, es decir conceder al otro ser adulto la igualdad y no la imposición jerárquica de dominio y represión sobre él escondido tras unas palabras aparentemente benignas como son las de verdad, libertad, libertad, amar a Dios, amar al prójimo, amar a la sociedad, etc.

Pues el niño necesita de la jerarquía para poder formarse y sobrevivir, y por lo tanto necesita de su tutor físico y buen jerarca, pero el adulto ya está formado y ya no necesita de la jerarquía sino de la igualdad para poder compartir su fruto y lo mejor de sí mismo con los demás seres adultos en un intercambio igualitario a cambio del fruto y lo mejor de cada ser adulto para que así todos en ese intercambio igualitario que es el deseo verdadero de todos los seres adultos tengan un bienestar por igual afianzando la paz y la armonía que todos desean sentir de verdad y de corazón por sí mismos si la necesidad de que alguien vaya a decirles que lo deben de hacer así.

Por eso lo mejor que se puede hacer para que un ser adulto manifieste la paz que ya está en él es dejarle en paz.

Es decir reconocer la paz que está en él como la propia paz que está en uno mismo y compartir con él la paz de igual a igual como hermanos para que así la paz de ambos crezca en la sociedad ofreciendo un bienestar para todos por igual.


Fernando Ortolá

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