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martes, 9 de agosto de 2022

El estar Ahí cenuítico está más arriba y más próximo

 Quien produce los malos sentimientos  y enfrentamientos entre la gente nunca son los bandos implicados en la pelea sino una tercera persona oculta y desconocida que es el que por su temor, bajas pasiones y desconfianza en la luz confunde la situación, la invierte, la lía, poniendo todo patas para arriba, demonizando a quienes después enfrenta entre ellos. Esta tercera persona en las sombras que es el origen del problema y luego se lava las manos y sale corriendo es siempre el único beneficiario material de la guerra que ha provocado entre otros.
Aunque es un beneficio material excesivo el cual a la larga también le repercute mal a él mismo por producirle un materialismo en exceso lo cual es un desequilibrio que le quita la felicidad interna.
Por eso cualquier tipo de mal sentimiento o enfrentamiento es absurdo pues siempre está producido  por los oscuros intereses de una tercera persona oculta y desconocida.
Esa tercera persona oculta y desconocida es un ser humano, no es el demonio u otro ser sobrenatural.
El demonio es una invención de esa tercera persona, para echarle a ese personaje ficticio del demonio inventado por él la culpa de los malos actos que esa misma tercera persona comete.
Esa tercera persona oscura puede actuar de un modo muy sutil creando él mismo unos propios principios espirituales de bondad con los que miente diciendo que se los ha dicho Dios y después marginando como malos y paganos a quienes no acepten esos principios, es decir, a quienes no acepten y sigan esa  creencia inventada por él y la cual él presenta como enviada por un supuesto  "Dios"
Si esa tercera persona  en vez de engañar a la gente de ese modo  simplemente actuase como un ser humano normal, y aceptase totalmente a los demás seres humanos, de igual a igual, de un modo normal, habitual, humano, pleno y hasta la última chispa, confiando plenamente en la luz, en la vida, en el amor, es decir, si simplemente estuviese Ahí (en todo lo referido) entonces no engañaría a la gente ni siquiera de ese modo sutil (con la oscuridad blanca o última chispa) es decir que no crearía esa creencia inventada por él, y por lo tanto no demonizaría a unos y a otros llevándoles a la inversion de esencias, al malestar y a la guerra, y además se sentiría feliz y sano por mantenerse en la verdad del ser humano y de la existencia, en el amor y la igualdad humana entre todos, se mantendría en el Ahí. Ahí como siempre, Ahí.


Fernando Ortolá


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