Cuando alguien tiene una inspiración y asciende a nivel alto, antes de entrar a ese recinto central se le pide que como requisito fundamental debe de amar al prójimo como a si mismo, de lo contrario no puede entrar.
La razón es porque en el recinto central se adquiere el poder humano pleno, con el cual también se puede dañar a otros. Por eso hay que asegurarse que se va a usar bien ese poder, para hacer curaciones por ejemplo y no para hacer cosas negativas.
Cuando alguien de repente en cualquier lugar y en cualquier momento tiene inspiración y asciende al recinto central,... le gusta mucho lo que allí puede sentir, pues es algo maravilloso. Pero por otro lado le da miedo estar allí porque para estarlo debe de aceptar y amar a todos de igual a igual... y la traba está en que eso es precisamente lo que le da miedo, pues él no confía en todos y por eso no se siente preparado para amar a todos por igual.
Otra traba es que en el recinto central debe de ir desnudo, es decir, que no puede esconderse ante nadie. Eso también le cuesta, pues siente vergüenza.
Al estar en el recinto central debe de hacer curaciones pues tiene poder para ello,... pero para hacer una curación debe de hacer un esfuerzo extra de confianza en la luz,... el suyo mas el esfuerzo que quien se enfermó no hizo, causa por la cual se enfermó. Es decir que tiene que superar los propios miedos, obsesiones, manías y locuras,... mas los miedos, manías, obsesiones y locuras de la persona a quien está sanando aparentemente de modo milagroso,... y eso es francamente demasiado esfuerzo para que él pueda realizar sin volverse loco o contraer cualquier otra enfermedad como la del enfermo que intenta curar. Hacer ese esfuerzo por él y además por otro, por el enfermo, sería demasiado para él,... pues le acarrearía tan gran perturbación, que tal vez no lo pudiera soportar, al menos hasta que el enfermo que está tratando llegase a sanarse con su ayuda... desde la zona central.
Por otro lado, lo que hay en el recinto central le gusta mucho y no quiere desprenderse de ello.
Pero...¿Cómo hacerlo?
La única manera es ir a la zona central, meter un poco de su energía en una caja y regresar a la zona exterior a vivir con la caja cerca, para recibir su influencia benéfica pero dosificada por él mismo, justamente para poder recibir sus aromas y fragancias de pureza cuando las solicite, pero para no permitir que esta energía le vaya a dar la enfermedad de alguien o de repente le vaya a bajar los pantalones estando ante el público.
Así de vez en cuando abriría la caja para él y para la gente próxima a él, para que todos se beneficien por un momento de esa energía de la caja, que después se volverá a cerrar hasta la siguiente celebración de la apertura de la caja,... que posiblemente seria en una semana, o en un mes, o en un año.
De este modo nuestro protagonista habrá creado una religión. Es decir que habrá ascendido al recinto central en donde vive la luz,...y por no atreverse a vivir en ella para siempre, habrá cogido un poco de su luz encerrándola en una caja y llevándola a la zona exterior, con toda la gente que allí vive.
Y de este modo también, nuestro protagonista de este relato habrá cometido un delito cósmico y universal, pues habrá intentado robar a la luz unos rayos de luz metiéndolos en una caja y llevándolos a su mundo del exterior.
Con esto se comprende que las religiones son robos a la luz, por eso todas ellas terminan creando los problemas del mundo, como las guerras.
¿Cómo podemos pensar que vamos a robar a la luz unos de sus rayos y que después las cosas nos vayan a ir bien?
Es imposible.
Por eso, si subimos al recinto central que es el lugar en donde vive la luz, hay que quedarse allí para siempre,... hay que tener el valor y la confianza en la luz suficientes como para quedarse en la luz, en el recinto central, en la casa de la luz y casa del Padre creador,...desnudos y tal como somos ante Él, recibiendo su luz y a la vez estando en el recinto exterior como plena manifestación del interior, dando su luz a otros en su nombre,...y recibiendo su poder, que también es el verdadero poder humano,... que estando en el recinto central con buena predisposición, se nos despertará a todos, para que con él podamos curar a todos los enfermos, en nombre de Él y de su amor,... en nombre del Padre creador,... que es quien se halla en el recinto central, que es su casa, la casa del Padre, en donde Él ocupa la zona central, sentado en su trono regente y eterno.
Atrévete a ser como eres, un ser humano, a vivir en la zona central, desnudo tal como eres,... sin vestiduras, corazas, máscaras, disfraces, armas, cajas, ni religiones para encerrar la luz.
Se tu mismo con valentía y confianza en la luz, en el Padre creador, en ti mismo,... estate Ahí como siempre, Ahí.
Siempre en la inspiración, siempre elevado en la zona central, en la casa del Padre,... siempre Ahí, como siempre,... Ahí
El anciano de las piedras de luz
Imagínate que en un lugar lejano entre montañas y lejos de la civilización vive un hombre bueno que tiene el don de hacer milagros y que de vez en cuando baja al pueblo mas cercano y cura a los enfermos.
Pero tiene un carácter muy especial y no permite que nadie vaya a visitarle y menos aún que entren en su especial y extravagante casa.
Un día, un joven obstinado en descubrir el secreto del misterioso personaje y aprovechando que este estaba en el pueblo se dirige hacia su casa y forzando el cierre de una ventana entra dentro. Se asombra al ver que todo está lleno de unas piedras brillantes de todos los tamaños que emiten luz y con afán llena su saco con algunas de ellas y cerrando la ventana de nuevo sale de la casa.
El joven guarda bien las maravillosas piedras robadas debajo de su cama y se duerme soñando en lo que va a hacer con ellas.
El día siguiente va al mercado central del pueblo con las piedras y las muestra a la gente y con el objeto de venderlas a buen precio, anunciándolas así:
¡Misterio desvelado!¡Compre las piedras del viejo de la colina! ¡Tienen poder curativo! ¡Las dejo a buen precio!
Toda la gente, curiosos por conocer el secreto del hombre misterioso se apiñan en torno al joven vendedor, y le compran las maravillosas piedras luminosas para que les den suerte y les protegan de la enfermedad.
Las piedras, ya en las casas de la gente del pueblo, hacían milagros y curaban enfermedades. Todos cantaban y gritaban de alegría, estaban eufóricos. Cada vez que se curaba a alguien los gritos de las personas próximas al que se había sanado llegaban a todo el pueblo, al igual que los gritos que emiten los fans de un equipo de fútbol cuando apiñados en torno a un televisor ven que su equipo mete un gol.
Esta alegría colectiva se vino abajo cuando las piedras después de 3 días comenzaron a apagarse.
¡Oóóóóh...Nóóóó!
Así iban exclamando todos casi al unisono.
A partir de ese día la intriga por las piedras del viejo ermitaño creció en toda la población. Debían de conseguir mas piedras para seguir curando a los enfermos. Pero:...
¿Cómo hacerlo sin que el viejo se enterase?
Un grupo de jóvenes del pueblo acordaron acercarse un día a la casa del misterioso personaje para indagar el misterio y ver la posibilidad de obtener las milagrosas piedras.
Emprendieron el camino hacia las montañas y al llegar a la casa del ermitaño llamaron a la puerta.
Él viejo que ya era consciente de todo lo que pasaba les abrió la puerta y les sonrió.
Haciendo un amable gesto les invitó a entrar.
Los jóvenes muy emocionados por ese trato que no habían esperado,... se miraron unos a otros entraron y siguieron al viejo que les acompañó hasta su taller de piedras.
Los visitantes pudieron observar que a un lado de aquel local acogedor pero de ángulos irregulares habían dos grupos de piedras, uno a la izquierda con piedras normales y corrientes y otro a la derecha con piedras que desprendían luz.
El viejo fue al montón de piedras sin luz y cogiendo una la llevó a uno de los jóvenes, la puso encima de sus manos y le dijo:
¡Enciéndela!
El joven confrontado consigo mismo por la pregunta del viejo le preguntó:
¿Cómo?
El viejo cogiendo la piedra de las manos del joven y poniéndola sobre sus propias manos le dijo:
¡Asi...Mira!
El misterioso personaje cerró los ojos un momento ante la piedra a la vez que hacia una reverencia hacia ella y la piedra quedó encendida con una luz que parecía haber provenido del entrecejo del viejo.
Los jóvenes boquiabiertos ante lo que estaban viendo se miraban otra vez los unos a los otros sin saber que decir.
¿Héééé...? ¿Quééé...? ¿Cóóómo...?
Cuando se calmaron uno de ellos preguntó al viejo:
¿Cómo lo ha hecho?
Las enciendo con la luz del recinto central,... les respondió el especial personaje, que ya lo empezaban a ver como a una especie de maestro.
Sin saber que decir ante tan incomprendida respuesta, otro de los jóvenes le pregunta:
Y.. ¿Por qué enciende las piedras?
El anciano les respondió:
Lo hago para ponerlas debajo de las madrigueras de algunos animales para que les de calor y les ayude a pasar el duro invierno. Por eso enciendo unas piedras donde la luz permanece mas tiempo que en otras, pues los ciclos de los animales son distintos entre sí.
Los jóvenes estaban boquiabiertos escuchándole, como si hubiesen hallado a una especie de gnomo.
Otro joven preguntó muy interesado:
¿Cómo podemos encender nosotros mismos las piedras?
Para eso debéis de subir al recinto central y aprender a quedaros allí,... confiando en la luz.
¿Nos puede llevar al recinto central?
El anciano respondió:
Eso es una tarea que cada cual debe de realizar por él mismo,... aunque si de verdad lo queréis puedo intentar conduciros hasta allí y ayudaros a que entréis por vuestro propio pie.
Pero para entrar en el recinto central hay que cumplir unos requisitos.
¿Cuales son?,... preguntaron todos los jóvenes al mismo tiempo,... impacientes.
Debéis de amar a todos como a vosotros mismos y debéis de ir desnudos.
Los jóvenes, tomando las palabras del viejo al pie de la letra, sin mayor profundidad que a la que sus oídos podían llegar, vieron demasiado complejo lo que el anciano decía y sin mas esfuerzo para intentar comprender, tornaron su tono en vulgar, y dibujando en sus rostros unas risitas de burla hacia el anciano... lo interpretaron como que él quería conducirles a una especie de orgía inmoral,... y con una exclamación de desgana a seguir intentando comprender se despidieron del viejo con poco respeto.
Otro día, aprovechando que el viejo estaba ausente, ese mismo grupo de jóvenes entraron en su casa y le robaron todas las piedras luminosas y las vendieron en el mercado.
Entre ellas había una piedra que estaba encendida para durar mil años.
Los propietarios de esa longeva piedra luminosa que habían comprado a los jóvenes la fueron pasando de generación en generación.
La piedra siguió haciendo milagros y curaciones a todo el que se acercaba a ella,... hasta que en torno a ella, con el tiempo fue naciendo una auténtica religión en la que asiduamente iban a adorar a la piedra como si se tratase del mismo Dios padre creador.
La creciente religión de la piedra luminosa construyó templos en diferentes tierras y tenia un gran número de adeptos.
Hacían una celebración religiosa cada 9 días porque esa piedra tenia 9 curiosas esquinas.
Un día de cada semana de 9 días realizaban una gran celebración religiosa en donde todos los seguidores de la venerada piedra luminosa, podían contemplar su luz cuando uno de los sacerdotes de la tan adorada piedra abría la caja donde esta se hallaba encerrada y dejaba salir sus rayos de luz para que todos los creyentes los vieran maravillados exclamando ¡Oóóóóóhhhhóóó...! e inclinándose ante ella, a la vez que recibían su poder mágico y curativo. Posteriormente hacían un baile religioso en el que levitaban elevados por los rayos de luz de la piedra.
Hasta que un día, tal como estaba escrito en las escrituras sagradas de esa religión de la piedra de luz,.. ante el estupor de sus seguidores y en medio de una celebración en la que todos contemplaban extasiados los rayos de luz,.. la piedra se apagó.
El pánico que en ese momento cundió entre la multitud fue apocalíptico.
Los gritos y lamentos se oían por todas las tierras gobernadas por la religión de la piedra de luz que ahora había pasado a ser una piedra normal y corriente.
En ese momento ante el asombró de todos se abrió una gran ventana en el cielo, por la que se asomó un personaje con pelo y barba largos y blancos.
Era el anciano de la colina.
Su voz sonó por toda la bóveda celeste, con imponente seguridad, diciendo:
¡...Ladrones de la luz...! ¡...Habéis recibido vuestro merecido...!
¡...Por haber robado unos rayos de luz del recinto central...!
¡A quien no pueda vivir sin la luz que emitía vuestra piedra,... le doy la posibilidad de subir ahora conmigo al recinto central,... y vivir allí para siempre junto a mi y los demás hermanos!
¡Aunque os vuelvo a decir los requisitos:
Amaros de igual a igual los unos a los otros y venir sin vestiduras ni corazas, sino tal como sois!
¡Quien no sea capaz de subir que continúe en la oscuridad, intentando elevarse para salir de ella y quien sea capaz que venga ahora conmigo!
Muchos ascendieron con el anciano que mas que anciano era el Padre creador en persona, mientras que otros continuaron sobre el mismo suelo, en el recinto exterior, intentando rehacer el camino y empezar a intentar por ellos mismos a elevar cada cual su propia inspiración para alcanzar el iluminado recinto central,... lo cual es la manera auténtica de proceder,... y no dependiendo de unos rayos de luz de la zona central que en el pasado se robaron y se guardaron en una caja que se abre de vez en cuando,... lo cual en vez de ayudar a la gente, les duerme y les bloquea el estímulo que les impulsa a subir a la zona central por ellos mismos a través de la elevación de la propia inspiración, que es el modo auténtico de ascender al recinto central.
Este relato aunque es una historia inventada por mí, podría haber sucedido en cualquier tiempo y lugar del universo.
La moraleja:
A medida que cada cual, por él mismo a través de la propia inspiración, vaya conociendo el recinto central,... que no descienda de él,... que se quede en él además de seguir estando en el recinto exterior,... es decir, que mantenga la elevación de su inspiración propia, que mantenga su espíritu en el recinto central, sin miedo y confiando en la luz,... para ser siempre portador de su luz sanadora hacia el recinto exterior, que no robe ningún rayo de luz metiéndolo en una caja y trayéndola al mundo exterior para hacer negocio con ella,.. que eso trae malas consecuencias para uno mismo y para los demás,...quien suba al recinto central, por favor que se mantenga en él,... Ahí.
Que Ahí sea.
Con mi mejor deseo del estar Ahí de todos
Un fuerte abrazo.
Fernando.
muy verdadero y inspirador... gracias por este relato tan profundo .. .gracias
ResponderEliminarmaravilloso mi querido amigo, muy cierto y verdaadero gracias por el mensaje tan profundo.
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