El niño tiene ídolos y para él estos son todo, son la fuente de inspiración, de admiración, de aprendizaje y son hasta el mismo Dios en persona y presencia física, son la luz que le guía.
El adulto a diferencia del niño ya está formado y su luz está dentro de él.
Todos aquellos personajes que cuando era niño los veía como ídolos después al ser adulto se transforman en seres iguales con sus cualidades y defectos para compartir los frutos con ellos en la convivencia diaria.
Después de pensar ayer en estas cosas y de cómo se transmiten de unos a otros estos sentimientos tuve durante la noche uno de esos sueños lúcidos en los que vuelo a voluntad moviendo los brazos cómo si fuesen alas.
Esos sueños son casi cómo un viaje astral en dimensiones muy próximas a la realidad cotidiana.
Cuando aprendí lo que esos sueños me enseñaban comprendí que el volar durante el sueño significa la elevación de espíritu, es decir la elevación de consciencia a través de los sentimientos de paz, amor y comprensión.
Pues cuando en el sueño mantengo los buenos sentimientos en mí mismo y hacia los demás puedo volar fácilmente, pero cuando esos sentimientos se pierden transformándose en un sentimiento violento y negativo de desprecio hacia alguien entonces no puedo volar y por más que muevo los brazos para intentar elevarme me siento pesado y desciendo a la superficie del suelo en la cual esas personas hacia las que tengo malos sentimientos me intentan atrapar y a veces si no consigo volar terminan por alcanzarme y el sueño se transforma en una pesadilla de la cual me despierto bruscamente.
Pero por suerte he aprendido a volar en los sueños alimentando mi vuelo con el carburante esencial de los buenos sentimientos para poder volar alto y contemplar la naturaleza.
Este sueño que he tenido esta noche pasada al cual me acabo de referir antes me ha recordado estas mismas cosas en relación a lo que ayer pensaba acerca de que el amor y la luz en el ser adulto se halla dentro de él mismo pues ya es un ser formado, lo cual es importante recordar cuando el niño ya ha pasado a ser un ser adulto.
En el sueño me encontraba en una ciudad volando sobre una especie de plaza a unos diez metros de altura del suelo.
Para mantenerme a vuelo movía mis brazos como si fueran alas, tal como hago siempre en esos sueños en los que vuelo.
Abajo en una plaza rectangular adosada a los edificios y que le envolvía un color dorado que rodeaba sus bancos y pequeños árboles había una gente que no estaban de acuerdo conmigo en algo y esa tensión me hacía descender en el vuelo.
Finalmente moviendo los brazos un poco más intensamente he conseguido elevarme y salir volando por otra parte de la ciudad afuera de esa atmósfera que me parecía extraña.
Más tarde he regresado de nuevo allí también a vuelo y me he quedado flotando sobre esa gente a unos diez metros de altura y desde allí he empezado a hablarles de la paz y del amor predicándoles asi de un modo típico la armonía en el mundo.
Mis intenciones con esa acción me parecían buenas pues con ello estaba intentando hacer que esa vibración extraña que esa gente tenia se transformase en positiva y dejase de afectar mi vuelo, es decir que permitiese elevarme y poder volar sobre montañas en espacios abiertos.
Aun así parece que por mucho que les hablase de paz y amor a más les hablaba más se enfadaban y ponían en contra de mí haciendo ademanes con las manos hacia arriba, hacia mi, intentando atraparme y dirigiendome palabras insultantes, lo cual arriesgaba mi vuelo, pues sí esos desprecios que me enviaban conseguían provocar el mío, mi mal sentimiento hacia ellos, entonces ya no podría volar y me caería hacia donde están y ellos me atraparían.
Así que en esa situación hice un esfuerzo para conservar la calma, me concentré en buenos sentimientos y moví mis brazos un poco más intensamente consiguiendo así elevarme y volar más alto por encima de los árboles de nuevo en donde ya no estaba al alcance de esas personas que se mostraban en contra de mí.
Así pude seguir volando hasta llegar arriba de unas altas montañas en dónde volé por encima de unos árboles de tonalidades doradas con una gran paz de espíritu y un gran disfrute de la naturaleza sobre la que me hallaba.
De pronto en un momento de mi vuelo sentí que descendía hacia zonas más bajas de la montaña.
Hasta un punto que empecé a ver algunas ramas altas de los árboles por encima de mí.
Un poco más adelante y en otro tramo del trayecto de mi vuelo volví a verme entre los árboles de una ciudad.
Las calles y plazas se veian tranquilas, también con aspecto dorado igual que la ciudad anterior y con árboles y gente que también parecían estar en paz y complacidos en una ciudad de aspecto sereno y ordenado.
Pude comprobar que en esa ciudad se había organizado un grupo de gente que con la policía iban a intentar perseguirme y atraparme por considerar que con mis charlas estaba pervirtiendo a la población.
Lo cual me sorprendió en ese momento ya que las charlas que había dirigido hacia ellos eran de paz y amor.
Así que moviendo de nuevo los brazos un poco más rápido y a la vez que intentaba también mantener los buenos sentimientos he alzado el vuelo sobre ese grupo de gente que me perseguía y he visto la ciudad otra vez desde un poco más arriba en donde ya no había peligro de que me atrapasen.
Mientras volaba sobre otra parte de la población he visto abajo una niña joven que se veía un poco gruesa con aspecto algo retrasado.
Por su apariencia se notaba que estaba muy afectada por los argumentos de quienes me perseguían y muy convencida de que mis acciones eran la causa del mal de la ciudad.
Así que desde el suelo y con un gran fanatismo movía sus brazos y hacía ademanes de repulsa en contra de mí que me hallaba volando sobre ella a unos diez metros.
Intenté mover mis brazos de nuevo un poco más intensamente para elevar mi vuelo y que no me atrapase esa mujer enfadada con aspecto de niña.
Pero en ese sueño fue ella quien ejerció más poder sobre mí haciéndome descender y presentándome una gran dificultad en poder volver a reanudar el vuelo.
Pues su aspecto era inocente no me parecía que tuviese tanta culpa pues la habían convencido en contra de mí y usado para que me atacase y por eso sus emociones de repulsa eran más fuertes pero a su vez inocentes.
Esa inocencia suya me hacía más vulnerable ante las emociones amenazantes de rechazo de la otra gente de la ciudad que le habían convencido y puesto en contra de mí.
Lo cual hacía que mi vuelo fuese más pesado y que me costase más volver a cobrar altura y escaparme de la situación volando más arriba.
Aun así lo conseguí y volé más alto conservando buenas emociones hacia todos por igual, incluso hacia esa señora que se quedó abajo envuelta en esos sordos movimientos que desde la altura ya no percibía, y de los que me alejaba de nuevo hacia la luz de paisajes de armonía.
Después del sueño me quedé pensando en el mensaje que este contenía, y de repente comprendí lo que me quería decir y que estaba muy relacionado con lo que pensé el día anterior a esa noche.
Pues me di cuenta de nuevo que el error no lo estaba cometiendo la gente de esa ciudad que me perseguían, sino que era mi propio error el cual fue el intentar transmitirles mi propia paz.
Aunque eso puede sonar raro.
Pues aunque a un niño sí que se le puede transmitir la paz porque aún no está formado y debe de formarse en la paz sin embargo a un ser adulto no se le puede transmitir la propia paz, porque eso hace que la paz que ya reside en su interior por estar ya formada no se pueda manifestar al exterior por recibir la imposición de la paz de otro ser adulto hacia él.
En el sueño me hallaba ante seres adultos y cómo otro ser adulto que soy intentaba imponerles mi paz a ellos, sin darme cuenta de que aunque mis sentimientos eran buenos y aunque pensaba que estaba haciendo algo positivo sin embargo esa imposición mía hacia ellos estaba bloqueando su propia paz, ya que somos seres adultos que ya tenemos la paz formada en nosotros, y no debemos de imponernos la paz unos a otros, sino que cómo seres adultos y para poder vivir en paz entre nosotros debemos de aceptar la paz que ya está en todos, y compartir esa paz entre todos, para así formar una buena sociedad, tal cómo parecía ser esa ciudad sobre la que en mi sueño volaba.
Otras enseñanzas que el sueño me han transmitido y recordado son las que se refieren a que un adulto que sigue el amor formado que ya está dentro de él y a quien su propio amor cómo la voz de su corazón le conduce a actuar de un modo libre, por ejemplo a tocar la guitarra, entonces cuando está tocando la guitarra ante otros seres adultos estos no están adquiriendo de él el mismo estimulo externo y predisposición de tocar la guitarra sino que adquieren de él su actitud más profunda que es la de ser libre, la de seguir el propio corazón y amor interior ya formado de un ser adulto que ellos como seres adultos también tienen en su interior, y el cual les puede conducir a realizar otra acción que no forzosamente debe de ser la de tocar la guitarra.
Es decir que cuando un ser adulto habla a un niño acerca de la paz entonces el niño al no estar aún formado en la paz recibirá la propia paz del adulto, la cual le ayudará a formar su propia paz interior, que tendrá plenamente formada cuando el niño llegue a ser adulto.
Pero cuando un ser adulto habla a otro ser adulto acerca de la paz es diferente, pues ya no le está transmitiendo el estímulo de imitar la forma externa de la paz propia que él le está manifestando, tal cómo el niño sí que recibía ese estímulo del exterior porque tenía necesidad de formar su propia paz, pero sin embargo el ser adulto ya tiene su propia paz formada en su interior, y cuando otro ser adulto le habla de su propia paz con ello no le está estimulando a que reciba esa misma forma de paz que le está transmitiendo sino a que el adulto que le escucha haga lo mismo que él, es decir que transmita tambien su propia paz ya formada que está dentro de él, al igual que el otro ser adulto le està transmitiendo a él también su propia paz adulta, para que ambos compartan de igual a igual la propia paz, para crecer juntos en la paz y en la formación con ella de una buena sociedad.
Por ejemplo supongamos que un ser adulto va andando por un camino en el campo y se encuentra con un campesino que está trabajando en su huerta.
El campesino es un ser adulto y con una expresión feliz da muestras de estar disfrutando de su trabajo e incluso le ofrece un ramillete de uvas que son el fruto de su labor.
El viandante campestre mostrándose muy agradecido al campesino acepta sus uvas.
En esa situación lo que el campesino estimula en el viandante no será el hacerle pasar a su huerto y ponerse a trabajar con él para hacer lo mismo que él hace y ofrecer las uvas a quien pasa por el camino.
Si el campesino le obligase a hacer eso resultaría violento, por muy buena acción que pudiera parecer.
Además de que no es eso tampoco lo que el campesino con su gesto estimula en el viandante.
Pues ambos son seres adultos y el campesino ya está formado en su propia paz, es decir en su propia profesión de campesino que es lo que le da la paz y el fruto, al igual que el viandante también está formado en su profesión de carpintero lo cual le da a él su propia paz y su propio fruto.
Por eso lo que el campesino con su gesto de ofrecer uvas al viandante estimula en este no es el que se ponga a trabajar en el campo igual que él, sino que se ponga a trabajar en su propio trabajo que es el de carpintero.
Pues un ser adulto al estar ya formado recibe un impulso más profundo de otro ser adulto, y no cómo sucedería en el caso de que fuese un niño el que camina por el campo y se encuentra con el labrador, el cual le ofrece un racimo de uvas y el niño lo recibe agradecido, y el campesino a cambio le ofrece al niño trabajar con él y ayudarle en su labor de la huerta.
En ese caso sí que es positivo porque el niño aún no está formado y podría ser su profesión la de campesino, por lo que participar de esa acción es algo que forma su temperamento, su carácter, su sentido del trabajo y su profesión, aunque esta en el futuro pueda ser otra y no la de campesino, pero al hallarse en un periodo de formación le viene bien y resulta una experiencia positiva.
Pero es diferente para el adulto que camina por el campo y encuentra al labrador, pues es un adulto que ya está formado y tiene otra profesión de carpintero, por lo que el trabajo feliz del labrador en su campo estimula el trabajo feliz del carpintero en su carpintería. Es decir que si el carpintero imita al labrador no va a cosechar uvas con él sino que va a trabajar en su carpintería, ya que como ser adulto se sentirá estimulado a imitar la acción profunda y no externa del labrador. Es decir que le imitar en el seguimiento que el labrador tiene a su propia voz del corazón, lo cual hace que el viandante también se sienta estimulado a escuchar la voz de su propio corazón y haga lo que esa voz le dice que en este caso no es trabajar en la huerta sino en su carpintería.
Es decir que la libertad de un ser adulto estimula la libertad de otro ser adulto. Pero en un niño es diferente porque aún no está formado para poder actuar con toda libertad de acción, y por eso la libertad de un ser adulto que se manifiesta en el trabajo de su huerta es captado por un niño de un modo más objetivo que cómo lo capta otro ser adulto, es decir que el niño recibe el estímulo de trabajar en la huerta ayudando al campesino, y no de trabajar de carpintero, pues el niño aún no está formado en esa profesión, en el caso que en el futuro elija ser carpintero.
Haciendo la síntesis se puede decir que el niño imita al campesino realizando su misma labor y trabajando en la huerta, pero el adulto le imita trabajando en su propia profesión es decir trabajando de carpintero por ejemplo en este caso.
Siguiendo con la síntesis se puede decir que el niño imita al adulto en el exterior porque el niño aún no tiene su interior formado para poder imitarle en el interior. Pero el adulto ya tiene su interior formado y por eso no imita a otro adulto en los actos externos sino que le imita en el acto interno de seguir el propio determinismo.
Por eso si a un niño un ser adulto le predica la paz siempre le vendrá bien porque eso formará parte de la formación de la paz en el niño.
Pero cuando un adulto transmite su propia paz a otro ser adulto, al igual que el campesino da las uvas al viandante, el otro adulto recibe el estímulo profundo de transmitir tambien su propia paz, la cual es diferente a la propia paz que recibe, es decir que no recibe el estimulo de cosechar también las uvas sino de seguir también el propio corazón, es decir de elegir también el propio trabajo que en este caso no es de campesino sino de carpintero, lo cual conducirá a este a llevar otro día al campesino una hazada construida por él en su carpintería a cambio del racimo de uvas que el campesino le dio antes.
Es decir que se harán buenos amigos.
Pues ninguno bloqueará el trabajo o profesión del otro sino que ambos compartirán los frutos de su trabajo de igual a igual.
Así sucede con la paz, con la transmisión de la paz ya formada de un ser adulto.
Pues cuando un ser adulto transmite su propia paz a otro ser adulto no se la debe de imponer, porque eso bloquea la manifestación de la propia paz del otro ser adulto.
Por eso un ser adulto debe de dar la propia paz no imponiéndola a otro ser adulto, sino compartiendola con la propia paz que el otro ser adulto tiene y que también la manifiesta del mismo modo hacia el ser adulto que le transmite su propia paz compartiendo así con este la paz propia.
Así de ese modo ambos seres adultos crecen en la paz, pues la paz de ambos se une formando una paz mayor que es la buena sociedad construida entre ambos, y entre los demás seres adultos que se aceptan de igual a igual unos a otros, y se respetan en la propia paz que cada uno tiene, la cual comparten entre todos de igual a igual.
Un niño recibe de otro un estímulo exterior porque aún no está formado en su interior.
Un adulto recibe de otro un estímulo interior porque ya está formado en su interior, conduciéndole así a hacer no lo mismo que el otro hace en el exterior, sino lo mismo que el otro hace en su interior, es decir seguir el propio corazón, vivir la propia paz interna, lo cual conducirá al adulto que recibe el estímulo a realizar una acción física diferente a la que realiza el adulto que le da ese estímulo en ese momento.
Esa acción diferente es el trabajo distinto de una profesión diferente cómo puede ser la de campesino o la de carpintero o cualquier otra, aunque el estímulo interno que se dan mutuamete los seres adultos que se transmiten la paz o el fruto de su respectivo trabajo es siempre el mismo, es el estímulo de seguir el propio corazón, de confiar en el amor que se halla ya formado en el interior de cada ser adulto, es decir el estímulo de ser libre y de actuar con propio determinismo.
Un ser adulto tiene la luz en su interior, y si lo vive así también puede transmitir la luz interior a otro ser adulto, y compartir la luz propia interior con la luz propia interior de los demás seres adultos.
Para eso el ser adulto debe de desprenderse de los ídolos de la infancia y aprender a ver la luz no en ellos sino en el propio interior del ser adulto.
De todo ello se deduce que en los tiempos adultos de la humanidad en los que estamos actualmente cada vez que un ser adulto transmite a otro ser adulto sus propias ideas o religión con ello no le está estimulando a seguir esas mimas ideas o religión que le transmite sino que le está estimulando a que ese otro individuo cree sus propias ideas y su propia religión.
Es decir que en resumen: Predicar una religión estimula a un niño a que la siga y a un adulto a que cree su propia religión.
Un aficionado a la prestidigitación de vez en cuando da una sesión a niños y adultos de su barrio.
Pues a esa actividad le conduce la voz de su corazón y su propia determinación ya formada de ser adulto.
Con sus actuaciones no estimula lo mismo en los niños que en los demas adultos.
A los niños les estimula en el intento de imitarle en sus trucos de magia.
Con su propia determinación de ser adulto no podrà estimular en los niños la propia determinación de ellos, pues aún no tienen su ser formado para poder seguir una propia determinación, y por eso solo les estimularà en el factor externo, es decir, en el hacer trucos de magia, lo cual intentarán imitar motivados por su actuación.
Cuando un adulto asiste a su sesión de trucos de magia este observa al artista de un modo más profundo a cómo le observa un niño. Es decir que le ve desde su punto de vista de ser de adulto ya formado y desde ese punto de vista observa las acciones que realiza eseotro ser adulto ya formado, el artista prestidigitador.
Desde ese punto de vista mas profundo el adulto recibe la misma motivación que mueve al prestidigitador a actuar, y justo en el lugar en el que al prestidigitador le hace actuar, es decir en su afición, en seguir la voz de su propio corazón adulto.
El niño va a ver en el prestidigitador a alguien que hace trucos de magia, pero el adulto va a ver en él a alguien que sigue su propio corazón.
El prestidigitador va estimular en el niño a que haga trucos de magia, pero en el adulto le va a estimular a que siga también su propio corazón igual que él sigue el suyo, es decir que sigue a su amor interior ya formado de ser adulto, que ya tiene dentro de él, y que es toda la luz formada que necesita para poder vivir.
El niño cuando le imite hará trucos de magia pero el adulto seguirá su corazón, y su corazón le llevará no necesariamente a hacer trucos de magia sino por ejemplo a ir en bicicleta si su aficion es la bicicleta.
Por eso la actuación del prestidigitador habrá estimulado a ese ser adulto a salir a dar vueltas con su bicicleta, lo cual es muy diferente a hacer trucos de magia.
Por eso si un niño ve su actuación e imita sus trucos de magia puede dirigir a este y enseñarle la forma de hacerlo y eso será bueno para la formación deñ niño.
Pero con un adulto es distinto no le podrà dirigir a que haga sus trucos de magia, ya que ese otro ser adulto que le observa no está fijándose únicamente en los trucos de magia, sino en la motivación interna del actuante, en el acto de seguir la voz de su corazón y eso es lo que estará imitando, aunque la voz de su corazón le conducirá a ir en bicicleta y no a hacer trucos de magia. Por eso si a ese ser adulto el prestidigitador le impone insistentemente en que debe de hacer trucos de magia con el pretexto de que eso le llevará a ser feliz tal como a él el hacer trucos de magia le hacen feliz... con esa acción estarà cometiendo el error de imponer en ese ser adulto la forma de afición o de amor que el seguir la voz de su corazón adulto le ofrece a él pero no a ese otro ser adulto, y con esa acción estarà bloqueando la escucha de ese otro ser adulto hacia la voz de su propio corazón adulto, la cual no le pide hacer trucos de magia sino ir en bicicleta, es decir que estarà bloqueando en él la acción que su voz del corazón le ofrece, es decir el ir en bicicleta, estara sustituyendo su bicicleta por sus trucos de magia, es decir que le estarà haciendo completamente infeliz y tortuosamente dependiente de él, bajo la mentira que le habrà contado acerca de que cuando domine los trucos de magia se sentirá feliz.
Pues el actuante con la afición a la prestidigitación estímula en los niños el aspecto externo y les enseña a hacer trucos de magia tal como ellos le piden.
Pero al adulto le estimula su parte interna, es decir el seguir la voz de su corazón adulto, igual como él, el prestidigitador sigue la suya, y la cual es posible que a él, a su publico adulto, le va a conducir a un lugar distinto al que le conduce a él, es decir no a hacer trucos de magia sino a ir en bicicleta, o a montar a caballo, o a hacer vela, o a pintar cuadros, o a construir casas, o a cocinar, o a bailar, etc.
Por eso es una gran contradicción estimular con la propia libertad adulta el corazón de otro ser adulto para que también siga su propia libertad y que también haga lo que le gusta, que siga su afición, y después obligarle a seguir la propia afición que no es la suya porque él puede tener otra.
Esa profunda contradicción hace enfadar e irrita a muchas personas aunque no saben exactamente porqué y la causa es ello.
Los seres adultos, con nuestra libertad motivamos la libertad de otros, pero si a la vez que la motivamos la bloqueamos obligándoles a seguir lo que nuestra propia libertad nos pide hacer entonces estamos dándoles una fuerte contradicción, lo cual es como tentar a alguien a que coma una manzana haciéndole la publicidad de lo buena que está y mostrándole la manzana pero después no dándole la manzana.
Es como mostrar a un sediento un vaso de agua y ponerselo cerca de su boca y después no dárselo para que beba.
Es una tortura que sin querer producimos en los demás.
Con nuestra libertad excitamos y motivamos la libertad de otros pero después les obligamos a seguir los mismos caminos a los que nuestra libertad nos conduce y con eso bloqueamos los caminos a los que la libertad de ellos les conduce a ellos, sumergiéndoles así en una profunda contradicción e infelicidad.
Lo mismo sucede cuando hablamos de la propia oaz a alguien motivándole así a que él también sienta la libertad de hablarnos de su propia paz tal como nosotros también lo hacemos hablándole a él de nuestra propia paz, pero después de estimularle que nos hable de su propia paz no le escuchamos y le obligamos a que solo nos escuche y que acepte la paz tal como nosotros la captamos.
Eso es un gran crimen interior.
Pues estamos violando la paz interior de ese otro individuo, estimulando su libertad pero al mismo tiempo encarcelándole para que no pueda transmitirnos su propia forma de paz y obligarle a que acepte nuestra propia forma de paz.
Lo cual es como obligar a que todos vayan en bicicleta, o a que todos hagan juegos de prestidigitación, o a que todos bailan, o a que todos vayan en barca, o que todos sean labradores, o que todos sean carpinteros, etc., lo cual no puede ser, porque cada cual tiene su afición, su trabajo, su profesión, su propio camino que le dicta la voz de su propio corazón, su propia manera de manifestar la paz que está en su interior.
Pues todos los adultos tienen la paz ya formada en el interior y la norma natural del ser adulto es manifestar la paz al exterior para compartirla con los demás de igual a igual, es decir para compartir la paz con la paz de los demás de igual a igual, para compartir los trucos de magia con la bicicleta de los demás, para compartir los frutos del labrador con los frutos de los demás, como son los productos de la carpintería, las azadas y demás utensilios que el labrador necesita para realizar su trabajo, al igual que el carpintero también necesita de los frutos producto y cosecha de labrador para poder alimentarse.
Hemos de atenernos a la realidad de que vivimos en una sociedad adulta en la que la paz impuesta es guerra y la paz compartida es paz.
Fernando Ortolà
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