Es decir que el único y exclusivo trastorno generado por la violencia no es la perdida de un amor dogmático y religioso.
Pues el amor no se halla solo en el dogma religioso, sino también en el bienestar y en la ciencia.
Es un riesgo considerar que el mayor mal producido por la violencia es la perdida del amor religioso entre la gente pues eso llevará a muchos a ser violentos solo como acto de protesta en contra de un amor religioso, dogmático e incumplido, pues habrán quedado atrapados en la polaridad de amor falso y dogmático en un polo y la protesta violenta en contra de ese amor dogmático en el otro polo, amor dogmatico-protesta violenta, amor-violencia. amor-odio.
Un modo de liberarse de ese eje de contrarios o polaridad de amor-odio es darse cuenta de que existen áreas interesantes en la vida como el bienestar y la ciencia de las que no podremos disfrutar si perdemos todo el tiempo siendo violentos atrapados en torno a esa polaridad de amor-odio.
Otro modo de liberarse de lo mismo es darse cuenta de que el impulso que nos conduce a ser violentos es una emoción de odio producida por una captación equivocada y errónea de un amor que no es verdadero sino dogmático, no actualizado, no vivo, y por lo tanto falso, como lo pueda ser un amor religioso, el cual no genera violencia en contra de quienes no compartan ese mismo amor religioso especifico sino que genera violencia como protesta en contra de ese mismo amor dogmático y religioso que produce malestar, por eso se produce una reacción violenta en quien protesta en contra de ese amor dogmático, pues lo contrario del amor es la violencia, y si el amor es falso y oscuro entonces producirá unas emociones igualmente falsas de odio y violencia para combatir a ese amor falso y liberarse del dolor que este produce a sus engañados y sometidos.
Aunque para liberarse de un amor dogmático y religioso no hay que ir al polo opuesto que es el odio y la violencia en contra de ese amor dogmático.
Pues el polo opuesto es igualmente un desequilibrio hacia el otro extremo, unas emociones igualmente oscuras y falsas.
Para liberarse del amor falso y dogmático como lo pueda ser el de algunas creencias y religiones no hay que ir al otro extremo violento de esa postura errónea sino que hay que ir al centro del equilibrio, es decir, al amor verdadero, el cual no genera odio y violencia sino amor, aceptación, humanidad, igualdad, salud y vida... incluyendo la verdadera satisfacción de la gente, el bienestar auténtico y la buena ciencia amena y no contaminante.
Fernando Ortolá
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